Jalisco
— ‘‘Cebollazo’’
Se da por descontado, pues, que en Casa Jalisco se instaló oportunamente, con apego a las respetabilísimas costumbres de sus actuales moradores, el tradicional Nacimiento...
Si el gobernador Emilio González Márquez y el ex rector de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y presidente de la Feria Internacional del Libro (FIL) desde su fundación, Raúl Padilla López, fueran “uña y mugre”, como suele decirse en lenguaje coloquial, nada habría tenido de sensacional ni la sonrisa y el saludo que intercambiaron al toparse frente a frente, ni el “cebollazo” del primero al segundo, al coincidir durante el I Informe del alcalde de Tlaquepaque, Miguel Castro Reynoso, por la reciente conclusión de la edición número 24 de la Feria. De hecho, la frase encomiástica del primero —al margen de los puntapiés a la sintaxis—, en términos objetivos hasta parece moderada: “La verdad es que la FIL hace mucho por Jalisco. Este programa, donde quiera que nos presentamos (¿quiénes?), nos hacen (¿quiénes?) un reconocimiento por la gran aportación a la cultura”.
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Lo llamativo del hecho estriba en el contexto. En la parte medular del conflicto que desde hace algunos meses enfrenta a la UdeG con el Gobierno del Estado, están las sistemáticas referencias de éste a “los negocios de los dirigentes” de la Universidad, y su negativa a patrocinarlos indirectamente. Y al entrar a los detalles, la FIL —el escaparate por antonomasia del ex rector—, como es público y notorio, ocupa el primerísimo lugar.
Ítem más, están los dos antecedentes recientes que fueron motivo de escándalo: primero, a la vista de las “catrinas” que los universitarios dejaron en Casa Jalisco como recuerdo de la primera de sus manifestaciones, la reacción del gobernador: “Yo le pregunto a Raúl Padilla López si debo interpretar estos obsequios como una amenaza para mí y mi familia”; después, la visita (con un notorio descuido de lo que dictan las normas de urbanidad: a deshoras, sin invitación, sin aviso...) del mandatario a la casa del ex rector.
Adicionalmente, la campaña sistemática de los colaboradores de González Márquez, en demanda de que Padilla López disminuya su presencia —y, sobre todo, su influencia— en todo lo que de alguna manera se relacione con la UdeG.
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En estos tiempos, previos a la Navidad, se ablandan los corazones. Se da por descontado, pues, que en Casa Jalisco se instaló oportunamente, con apego a las respetabilísimas costumbres de sus actuales moradores, el tradicional Nacimiento... Ya el tiempo dirá si el señor gobernador se ha propuesto, además, llevar hasta el límite del heroísmo el mandato divino del amor al prójimo, y hasta el extremo de la santidad el mensaje angelical: “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”..., o si el célebre “cebollazo” fue un simple gesto de hipocresía política.
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Lo llamativo del hecho estriba en el contexto. En la parte medular del conflicto que desde hace algunos meses enfrenta a la UdeG con el Gobierno del Estado, están las sistemáticas referencias de éste a “los negocios de los dirigentes” de la Universidad, y su negativa a patrocinarlos indirectamente. Y al entrar a los detalles, la FIL —el escaparate por antonomasia del ex rector—, como es público y notorio, ocupa el primerísimo lugar.
Ítem más, están los dos antecedentes recientes que fueron motivo de escándalo: primero, a la vista de las “catrinas” que los universitarios dejaron en Casa Jalisco como recuerdo de la primera de sus manifestaciones, la reacción del gobernador: “Yo le pregunto a Raúl Padilla López si debo interpretar estos obsequios como una amenaza para mí y mi familia”; después, la visita (con un notorio descuido de lo que dictan las normas de urbanidad: a deshoras, sin invitación, sin aviso...) del mandatario a la casa del ex rector.
Adicionalmente, la campaña sistemática de los colaboradores de González Márquez, en demanda de que Padilla López disminuya su presencia —y, sobre todo, su influencia— en todo lo que de alguna manera se relacione con la UdeG.
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En estos tiempos, previos a la Navidad, se ablandan los corazones. Se da por descontado, pues, que en Casa Jalisco se instaló oportunamente, con apego a las respetabilísimas costumbres de sus actuales moradores, el tradicional Nacimiento... Ya el tiempo dirá si el señor gobernador se ha propuesto, además, llevar hasta el límite del heroísmo el mandato divino del amor al prójimo, y hasta el extremo de la santidad el mensaje angelical: “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”..., o si el célebre “cebollazo” fue un simple gesto de hipocresía política.
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