Jalisco

— Caos

¡Ah, pero ya nos andaba por dejar de ser “pueblo bicicletero” y convertirnos en metrópoli...!

Hay palabras “domingueras” que súbitamente dejan de serlo. De ser patrimonio exclusivo de doctores en el uso del idioma —o de cursis y pedantes—, se incorporan, de repente, al habla ordinaria. Se vuelven rutinarias; de uso común, como las monedas de a peso...

Una de ellas, “caos”, casi indisolublemente asociada al adjetivo “vial”, resultó impactante, con toda seguridad, la primera vez que se usó en Guadalajara. (¿Cuándo habrá sido?... “El Monje Loco” aventuraría la respuesta ad hoc: “Nadie sabe; nadie supo...”). ¿Quién hubiera dicho que la que fue, durante varias décadas, el prototipo de “ciudad amable” —y a mucha honra—, pasaría a ser, de buenas a primeras, como dijo algún ocurrente anónimo, una ciudad “caótica, apostólica y romántica”?

—II—

Ayer lunes, por ejemplo, cuando los tapatíos inauguraban la más o menos plácida rutina de todas las semanas, tras haber cargado las pilas en un fin de semana que tuvo el plus de un “Clásico” futbolero con victoria aplastante de las “Chivas” sobre el América, por una parte, y, por la otra, sobre aviso de que se trata del último tirón antes del asueto —las vacaciones de primavera— correspondiente a las semanas Santa y de Pascua, el primer contacto con la realidad, para los más, fue descorazonador...

Salir a la calle sirvió para vivir en carne propia —penosa, dolorosamente— el celebérrimo cuento de Augusto Monterroso: “Y cuando despertó, el dinosaurio aún estaba ahí”... Traducido a la realidad tapatía, el cuento resistía algunas variantes. Una: “Y cuando despertó —es decir, cuando se conectó con  el mundo real—, las máquinas que destruían los pavimentos de asfalto para sustituirlos por otros de concreto, aún estaban ahí... y amenazaban con quedarse varias semanas”... Otra: “Y cuando despertó, el Estado Mayor Presidencial (la encarnación misma de la prepotencia en su máxima expresión) ya estaba ahí”, para asegurarse de que se cumpliera al pie de la letra, con el mínimo de contratiempos para el Niño Dios del Nacimiento... y el máximo de molestias y contrariedades para el ciudadano común, la agenda de una “visita presidencial” por demás prescindible.

—III—

Caos —entendido originalmente como el estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la constitución del cosmos— es eso: la confusión y el desorden que imperaron ayer, en la primera hora pico de la mañana, prácticamente en toda la mancha urbana...

¡Ah, pero ya nos andaba por dejar de ser “pueblo bicicletero” y convertirnos en metrópoli...!

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando