Jalisco
- ''Pueblo globero''
Si es por futbol, no hay sacrificio que este ''pueblo globero'' no esté dispuesto a hacer
Se explica la ventolera. Se comprende que cerca de 50 mil aficionados hayan aceptado a priori, de buen grado, los contratiempos e incomodidades —absolutamente previsibles— y el costo económico que implicaba asistir a los dos partidos que hasta ahora se han disputado en el flamante estadio de las Chivas.
Tiene una explicación lógica la tolerancia (cuasi un ejercicio de paciencia digno de la Medalla del Santo Job en grado de Gran Comendador) de esas decenas de miles de ciudadanos a transitar mansamente por cada una de las estaciones del Calvario que representó ser testigos de primera mano de los encuentros contra el Manchester United, la noche del 30 de julio —el día de la inauguración—, e Internacional de Porto Alegre, la noche del miércoles pasado, en ocasión de la “histórica” primera vez del “Rebaño Sagrado” como protagonista de una final de la prestigiosa Copa Libertadores de América...
-II-
Desde que la apertura del excelente estadio —el mejor de México, sin duda, aunque por lo menos tres lo superan en aforo— comenzó a ser una posibilidad relativamente cercana y no sólo el sueño guajiro que parecía ser cuando se trataba de un proyecto apenas, se antojaba disparatado que un centro de espectáculos absolutamente primermundista, se asentara en un entorno tan categóricamente tercermundista. Se antojaba escandaloso, en términos de lógica, por la flagrante discordancia, el contraste —confirmado reiterativamente, hasta ahora, por los hechos— entre el confort que tendrían los asistentes a partidos de futbol u otros eventos en ese estadio, y el precio de demoras, congestionamientos, incomodidades y penurias que tendría que pagarse a cambio.
Se antojaba ofensiva, por otra parte, la prepotencia de los empresarios y, de manera complementaria, la negligencia cómplice de las autoridades que dieron prioridad a los intereses de los constructores del inmueble sobre la seguridad y la comodidad de los ciudadanos...
-III-
Sin embargo —decíamos al principio—, todo se explica; todo se comprende; todo se justifica. Si el futbol (sobre todo si se trata de partidos extraordinarios, como los dos primeros que se disputaron en el originalmente llamado “Templo Mayor”, por aquello del “Rebaño Sagrado”) o la presentación de alguna luminaria del espectáculo (Vicente o Alejandro Fernández, Shakira, Roger Waters, Jonas Brothers, Metallica...) van de por medio, no hay sacrificio que este “pueblo globero” —como lo llamaría cierto alcalde de San Juanjo de Abajo— no esté dispuesto a hacer, ni precio que no esté dispuesto a pagar.
Tiene una explicación lógica la tolerancia (cuasi un ejercicio de paciencia digno de la Medalla del Santo Job en grado de Gran Comendador) de esas decenas de miles de ciudadanos a transitar mansamente por cada una de las estaciones del Calvario que representó ser testigos de primera mano de los encuentros contra el Manchester United, la noche del 30 de julio —el día de la inauguración—, e Internacional de Porto Alegre, la noche del miércoles pasado, en ocasión de la “histórica” primera vez del “Rebaño Sagrado” como protagonista de una final de la prestigiosa Copa Libertadores de América...
-II-
Desde que la apertura del excelente estadio —el mejor de México, sin duda, aunque por lo menos tres lo superan en aforo— comenzó a ser una posibilidad relativamente cercana y no sólo el sueño guajiro que parecía ser cuando se trataba de un proyecto apenas, se antojaba disparatado que un centro de espectáculos absolutamente primermundista, se asentara en un entorno tan categóricamente tercermundista. Se antojaba escandaloso, en términos de lógica, por la flagrante discordancia, el contraste —confirmado reiterativamente, hasta ahora, por los hechos— entre el confort que tendrían los asistentes a partidos de futbol u otros eventos en ese estadio, y el precio de demoras, congestionamientos, incomodidades y penurias que tendría que pagarse a cambio.
Se antojaba ofensiva, por otra parte, la prepotencia de los empresarios y, de manera complementaria, la negligencia cómplice de las autoridades que dieron prioridad a los intereses de los constructores del inmueble sobre la seguridad y la comodidad de los ciudadanos...
-III-
Sin embargo —decíamos al principio—, todo se explica; todo se comprende; todo se justifica. Si el futbol (sobre todo si se trata de partidos extraordinarios, como los dos primeros que se disputaron en el originalmente llamado “Templo Mayor”, por aquello del “Rebaño Sagrado”) o la presentación de alguna luminaria del espectáculo (Vicente o Alejandro Fernández, Shakira, Roger Waters, Jonas Brothers, Metallica...) van de por medio, no hay sacrificio que este “pueblo globero” —como lo llamaría cierto alcalde de San Juanjo de Abajo— no esté dispuesto a hacer, ni precio que no esté dispuesto a pagar.
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