Jalisco

- ¿Providencial...?

Como crítico —que no enemigo— de la Iglesia desde el interior de la misma, repasaba las muchas asignaturas pendientes de la Iglesia, acumuladas durante siglos...

Hans Küng, el autor de la “Carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo” publicada la semana pasada, en vísperas de cumplir cinco años el “tormentoso” —según varios observadores— pontificado de Benedicto XVI, dio a la estampa su libro “La Iglesia Católica” en 2005. Lo hizo en pleno declive físico de Juan Pablo II, y en plena agonía de su pontificado. Como crítico —que no enemigo— de la Iglesia desde el interior de la misma, repasaba las muchas asignaturas pendientes de la Iglesia, acumuladas durante siglos, que de ninguna manera se resolvieron con las más de 100 peticiones de perdón reiterativamente externadas por el Papa peregrino, más las que se agregaron en sus 26 años de pontificado. Ponía el acento, especialmente, en lo difícil que ha sido para la Iglesia no sólo poner a tiempo su reloj, sino, incluso, su calendario...

—II—

Küng fue invitado por Juan XXIII —al unísono con Joseph Ratzinger— como el teólogo joven que era entonces y como la savia fresca que se requería para hacer realidad el “aggiornamento” (la puesta al día) que requería la Iglesia para mantener su vigencia como rectora de las conciencias de cientos de millones de mortales.

Casi medio siglo después del Concilio Vaticano II (1963-65), y a la vista de que Juan Pablo II fue incapaz de retomar la ruta que se perdió cuando el timón de la Barca de Pedro estuvo en las titubeantes manos de Paulo VI, ya que en vez de pisar el acelerador para conseguir el anhelado “aggiornamento” puso el freno de mano e incluso aplicó la reversa, Küng, en el libro de referencia,  planteaba el dilema que se abría en el horizonte de la Iglesia: el próximo Papa —decía— tendría que ser un Juan XXIV... o un Juan Pablo III.

—III—

El tiempo, al parecer, ya despejó la incógnita: Benedicto XVI ha estado mucho más cerca de la línea de su predecesor —absolutamente lógico, puesto que fue, como cardenal, uno de sus colaboradores más cercanos— que de la de “El Papa del Concilio”.

Sin embargo, en medio de las aberraciones intelectuales de ciertos clérigos empecinados en pretender justificar lo injustificable —los escándalos por los muchos casos de pederastia denunciados en los últimos tiempos—, las lágrimas del Papa y su confesión de que se trata de “una vergüenza” para la Iglesia pudieran ser una coyuntura que un creyente quisiera calificar de “providencial”...
Síguenos en

Temas

Sigue navegando