Jalisco

- “Edén del subempleo”

A la autoridad le ha temblado la mano para coger, a la manera de ''Los Forçados'', esos toros por los cuernos

Puede que a algún imaginativo asesor de ciertos personajillos que andan por ahí, cobrando por hacer como que gobiernan como si lo hicieran bien, se le encienda el foco, y, tras pronunciar el consabido “¡eureka!”, recomiende acrecentar la colección de etiquetas laudatorias de Guadalajara y sus cada vez más inabarcables anexas (“La Perla Tapatía”, “Señorial y Moderna”, “Paraíso de las compras”...), con una más: “El Edén del Subempleo”.

-II-


Los comerciantes establecidos acaban de sumarse a la lista de ciudadanos que  solicitan “acciones efectivas” de la autoridad municipal para que ataque situaciones que pudieran interpretarse, por su crecimiento incontrolable, como tumores cancerosos de la sociedad.

Piden que se cumpla el compromiso verbal que se hizo apenas el mes pasado: a raíz de que se permitió el retorno “provisional” de los vendedores ambulantes a la zona peatonal del Centro Histórico, durante las semanas Santa y de Pascua, se aseguró que posteriormente habría “mano dura” y “tolerancia cero” para esa actividad. El dichoso compromiso se incorporó, obviamente, al inmenso catálogo de las promesas incumplidas que caracterizan —para mal— a los políticos.

Antes habían sido los comerciantes del barrio de Santa Tere y en días pasados sus colegas del Mercado de Abastos, quienes promovieron “operativos” para erradicar a los “franeleros” que cobran cuotas a los automovilistas por permitirles estacionarse en las aceras, en espacios públicos. Hace algunos años se había hecho la intentona de meter en cintura a los “limpia-parabrisas”...

-III-

Es triste tener que decirlo con todas sus letras, pero a la autoridad le ha temblado la mano para coger, a la manera de “Los Forçados”, esos toros por los cuernos... Se comprende: tanto vendedores ambulantes como “franeleros” y “limpia-parabrisas” integran las filas del subempleo. El subempleo deviene  fenómeno social cuando las infraestructuras económicas son incapaces de acomodar a la gran mayoría de las personas en puestos de trabajo acordes a sus aptitudes, y la gente tiene que dedicarse “a lo que sea” para medio satisfacer sus necesidades económicas más elementales.

El subempleo, para decirlo con todas sus letras, es la antesala de la delincuencia... De ahí que, visto que el problema rebasa, de manera escandalosa, a quienes tienen, en teoría, la obligación de promover el empleo,  y sistemáticamente centran sus campañas electorales en la promesa (vana) de que hacia allá orientarán sus esfuerzos, sólo les queda un recurso: convertir en alarde —motivo de ostentación y gala, pues— la confesión tácita de su incompetencia.
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