Los pueblos fantasma cercanos a Guadalajara que debes conocer
Lugares que se quedaron desolados, lugares donde la gente vivía, pueblos que se quedaron en el olvido; estos son algunos de los pueblos fantasma cercanos a la ciudad
El Tempisque
Localizado en el norte de Zapopan, el Tempisque era un pueblo enclavado en el fondo de la Barranca de Huentitán. Era una comunidad como todas, con escuela e iglesia, y cerca de doscientos habitantes a los que de pronto el gobierno informó que tendrían que desalojar debido a que la Comisión Estatal de Agua construiría una planta de tratamiento que haría del pueblo un vertedero de contaminación y olores fétidos.
Esto ocurrió alrededor del 2008. La gente se llevó consigo todas sus cosas, incluidas las puertas y ventanas de sus casas. No todos decidieron marcharse del Tempisque; no obstante, los que optaron por quedarse pronto sucumbieron ante la realidad de la falta de oportunidades, y finalmente la soledad se apoderó del pueblo; muros vacíos, cascajos y cimientos.
Pronto el lugar adquirió las características de la leyenda urbana, con quienes afirman que el Tempisque es escenario de actividades paranormales, espantos, y presencias fantasmales entre los huizaches y los mezquites de la Barranca.
Las Juntas
Las Juntas tuvo un destino similar al Tempisque. Las Juntas era una comunidad en el fondo de la Barranca de Huentitán, que nació en torno a la Central Hidroeléctrica de la CFE. Los trabajadores de la planta se llevaron a sus esposas e hijos al fondo de la Barranca, ahí edificaron su escuela, casas e iglesia, ahí crecieron y agrandaron sus estirpes lo largo de las décadas, y ahí decidieron quedarse incluso mucho tiempo después de que la Central quedara en desuso.
Era su hogar, al final de las vías que hoy en día son utilizadas por los senderistas que cada fin de semana visitan la Barranca. Las cosas cambiaron para siempre a principios del 2000, cuando el Gobierno de Jalisco anunció que construirían una presa para alimentar a Guadalajara con las aguas contaminadas del Río Santiago, y cuyo proyecto llevó al desalojo a quienes llevaban años habitando Las Juntas y el histórico pueblo vecino de Arcediano.
Hoy no es más que una comunidad abandonada entre huertas de mangos, estancada en el silencio de los muros de la Barranca.
Chernóbil
Si bien no se trata como tal de una comunidad, Chernóbil es uno de los lugares abandonados más extraños de Guadalajara.
Se llamaba Lomas del Mirador, era un proyecto habitacional como tantos otros que abundan en la metrópoli, y constaba de mil 200 departamentos enclavados en algún lugar de Tlajomulco. Nunca se mudó nadie. Jamás contó con servicios de agua potable. Hoy no son más que diversos edificios en concreto vivo, desdentados, sin puertas ni ventanas, arañados de enredaderas y zacate seco, y tan desolado que la gente de la zona no encontró ningún otro punto de comparación más que con el accidente nuclear de Chernóbil.
El Chernóbil de Jalisco es escenario recurrente de exploraciones urbanas, de YouTubers y Tiktokers que esperan encontrar experiencias del otro mundo entre sus espacios de soledad, de guerrillas improvisadas de jugadores de gotcha, y de madres buscadoras que buscan los cuerpos de sus hijos en el medio de la fosa gigantesca que es Tlajomulco.
Rancho Nuevo
No fueron causas naturales por las cuales la comunidad de Rancho Nuevo, poco a poco, fue quedándose sola. Localizada en Teocaltiche, en los Altos de Jalisco, Rancho Nuevo fue víctima gradual de la violencia y del crimen organizado, de las desapariciones forzadas, de la impunidad y la ausencia de las autoridades.
No se trató de fantasmas, ni de apariciones, sino del horror diario de la vida misma. Poco a poco la gente fue desplazándose, dejando el lugar en el que habían nacido. Quedaron las casas vacías, la iglesia solitaria, las calles dejadas al vacío del cielo.