Internacional
“¿Voy a morir, no es cierto?”
Melissa Doi, de 32 años, logró hacer una llamada telefónica a los servicios de emergencia: “¿Voy a morir, no es cierto?”
Unas 130 personas lograron establecer comunicación antes de que los edificios se colapsaran. Minutos antes, otras tantas pudieron hablar con sus seres queridos para despedirse desde el fatídico vuelo 77 de American Airlines, que se estrelló en el Pentágono, el 93 de United Airlines que se impactó en Pennsylvania, y el 175 de United Airlines y el 11 de American Airlines que chocaron contra las Torres Gemelas, dando testimonio de la tragedia y el horror de aquel día.
Las transcripciones las han ido liberando paulatinamente la Autoridad Portuaria y el gobierno de Nueva York, gracias a demandas de familiares y del diario The New York Times. Los medios han reproducido algunas transcripciones, que son una parte importante de la crónica del 11-S.
Una de las llamadas más famosas es la de la conocida comentarista de ABC Barbara Olson, quien desde el vuelo 77 de AA llamó a su esposo el general Ted Olson: “Puedes creerlo, estamos siendo secuestrados”, dijo antes de que se perdiera la señal.
Estos documentos dan cuenta no sólo de la desesperación de las víctimas de los atentados, sino de la desazón que reinaba en aquellos momentos, cuando nadie sabía bien a bien lo que había pasado.
Las llamadas son también fieles testigos del valor del personal de emergencia, que se aventuró en las Torres Gemelas para auxiliar a la gente. Muchos perdieron la vida en el intento.
“(Las llamadas) muestran a las personas en el cumplimiento de su deber de manera muy heroica y muy profesional, en un día de horror inimaginable”, dijo a la prensa Greg Trevol, vocero de la Autoridad Portuaria, en agosto de 2006.
Uno de estos valientes oficiales llamó a su familia y dejó su mensaje en la contestadora: “Heather, soy yo, papá. No sé si estás viendo las noticias. Tuvimos una explosión en el WTC, pero estoy bien. Vete a la escuela y hablaré cuando pueda. Te amo, adiós”.
Algunas de las llamadas y su revelación no han estado exentas de polémica. Así, partidarios de las teorías de la conspiración dicen que era imposible hacerlas desde los aviones y que son un gran mito, al tiempo que muchos de los familiares de quienes perecieron en los ataques del 11-S se han negado a escucharlas porque consideran que son demasiado dolorosas, que revivirían la tragedia y que el capítulo debe ser cerrado.
Jack Gull, quien perdió a su esposa en el atentado, es uno de quienes, junto con sus hijos, se negó a escuchar las cintas. En declaraciones a The New York Times en marzo de 2006, dijo: “Vamos a solicitar las cintas, pero no tenemos intención de escucharlas. Pensamos pedirlas para mantener la opción (de oírlas) abierta para los niños, o sus hijos”.
Theresa Riccardelli, citada por el diario británico The Guardian, compartía ese sentir: “ya sé el resultado. Mi esposo no regresó a casa”.
Casi tres mil víctimas mortales dejaron los atentados del 11-S; muchos pudieron decir su último “adiós” y “te amo”. Al final, sus voces callaron para siempre.
Síguenos en