Internacional

Una batalla corporativa se cruza en la reforma de Obama

El mandatario enfrenta una maquinaria de odio en la oposición que evitará que lleve adelante su agenda de cambio

WASHINGTON, DC.- Los líderes del Partido Republicano insisten en que las recientes revueltas de los ciudadanos contra los planes de reforma sanitaria del presidente, Barack Obama, no son actos de odio racista, sino “actos espontáneos” contra el temor a que el Gobierno termine por controlarlo todo.

Sin embargo, los actos de protesta salpicados de odio racial que persiguen estos días al presidente Barack Obama no tienen nada de espontáneo y sí mucho de orquestado.

Detrás de una feroz campaña que ha obligado a la Casa Blanca a lanzar una intensa contraofensiva, están algunas de las más poderosas organizaciones vinculadas a las corporaciones farmacéuticas, aseguradoras, petroleras y del tabaco que se han reagrupado en torno a grupos como American For Prosperity y Freedom Works para derrotar a las más importantes iniciativas de Obama en materia de salud, protección al medio ambiente, inmigración, regulación financiera e independencia energética.

Una poderosa maquinaria de odio y mentiras que ha encontrado en el Partido Republicano (y entre algunos miembros del partido demócrata) a sus aliados naturales para convertir a Barack Obama en objetivo de sus ataques y evitar que el primer presidente de color de la Unión Americana consiga llevar adelante su agenda del cambio.

A pesar de que la mentira y la insidia nunca han sido ajenas a la política, la naturaleza de los ataques que estos días persiguen a Barack Obama tienen la firma de algunos de los más conspicuos operadores del Partido Republicano, como Karl Rove, el genio político que llevó a George W. Bush a la presidencia.

Precisamente, el propio Karl Rove se convirtió en uno de los primeros en festejar el pasado viernes la derrota de Barack Obama en Copenhague a manos del presidente de Brasil, Lula Da Silva. La decisión del Comité Olímpico Internacional (COI), de elegir a Río de Janeiro por encima de las aspiraciones de Chicago, una candidatura que por primera vez en la historia decidió respaldar un presidente de Estados Unidos, no ha sido desaprovechada por la maquinaria del Partido Republicano que ha vinculado el fracaso a la “irresponsabilidad” de Barack Obama.

“Se lo tiene bien merecido. El presidente cometió el error de personalizar la lucha por la Olimpiada cuando debió concentrar toda su atención en los problemas que tiene el país en Afganistán o en el ámbito sanitario”, aseguró con un inocultable aire de satisfacción Karl Rove.

La derrota de Barack Obama en Copenhague ha ofrecido munición al Partido Republicano y a la extrema derecha para atacar una vez más al presidente y reducirle políticamente. El objetivo, es evitar a toda costa que Obama pueda sacar adelante su agenda política para conseguir así una estrepitosa derrota de los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre de 2010 y frustrar al mismo tiempo las aspiraciones a la reelección del presidente Barack Obama.

Detrás de este gran objetivo, las corporaciones farmacéuticas, las compañías aseguradoras, la industria petrolera y la del tabaco que se han convertido en la más importante fuente de financiamiento para toda esa constelación de organizaciones de extrema derecha y del Partido Republicano. Pero, además, para aquellos miembros del Partido Demócrata que reciben jugosas ayudas para sus campañas políticas, a cambio de su voto en contra de cualquier iniciativa de ley que permita la competencia del Gobierno en sectores de la economía que han sido un coto privado para las grandes corporaciones industriales y financieras.

“Las compañías aseguradoras están detrás de toda esta campaña sucia”, aseguró Wendell Potter, quien hace apenas un año renunció a la dirección de comunicaciones del gigante de la industria aseguradora CIGNA.

“Yo sé cómo operan estas compañías. Mientras le prometen al presidente que estarán a su lado para alcanzar un acuerdo benéfico para el país, al mismo tiempo se alían con los enemigos del presidente para evitar a toda costa cualquier cambio que afecte sus intereses”, añadió este ex alto funcionario quien hace unos días compareció ante un comité senatorial y ha hecho su aparición en medios de comunicación para romper el silencio y denunciar las sucias tácticas de las corporaciones que se han convertido en la poderosa maquinaria de odio y mentiras contra Obama.

“Decidí hablar porque me di cuenta de que la industria está echando mano de las mismas tácticas sucias que ha utilizado durante años, particularmente en la década pasada cuando consiguió derrotar la iniciativa de reforma sanitaria del entonces presidente, Bill Clinton”, aseguró Wendell Potter, quien se ha convertido en un inesperado aliado de la administración en medio de una feroz campaña de las corporaciones para derrotar una iniciativa de ley que decidirá la presidencia y el futuro político de Obama.

Largo proceso de debate

Telón de fondo


Actualmente el Comité de Finanzas del Senado debate una versión de la reforma que será armonizada con versiones producidas por otros comités del Congreso.

El proyecto, uno de los más importantes temas de política local en el Gobierno de Obama, ha sido largamente debatido por partidarios y detractores y, por momentos, pareció quedar definitivamente estancado.

Para algunos, su aprobación aumentará el déficit fiscal, en tanto que para otros su aplicación reducirá los crecientes costos de la seguridad médica.

El presidente espera que la reforma proporcione cobertura médica asequible a millones de estadounidenses, y al mismo tiempo reducirá los costos sin ser una carga más para el presupuesto fiscal.
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