Internacional
Titanic: a 100 años del barco ''insumergible''
Los secretos sobre el hundimiento del barco son tantos como los mitos que se han creado a su alrededor
Era el principio de una leyenda. Han pasado 100 años, pero el Titanic sigue siendo una de las tragedias más famosas de la historia.
“La novela perfecta”, describió el cineasta James Cameron el hundimiento del Titanic, que llevó a la pantalla grande en 1997.
El primer viaje del Titanic era el último del capitán Edward John Smith quien, a sus 62 años, parecía estar listo para retirarse. Tanto él como el dueño del barco, J. Bruce Ismay, querían que fuera un viaje perfecto. A bordo del buque viajaban unas dos mil 228 personas, según los recuentos más aceptados entre tripulantes y pasajeros.
Todo marchó bien hasta la noche del 14 de abril. Los oficiales en el Titanic habían recibido advertencias sobre la existencia de icebergs en la zona. Smith, quien ese día fue homenajeado con una cena en su honor por los pasajeros de primera clase, dejó instrucciones al primer oficial, William McMaster Murdoch, de estar atento. Y se fue a dormir.
El Titanic estaba a la altura de la isla de Terranova, en el Atlántico.
A las 11:40, Frederick Fleet, primer vigía, lanzó un grito: ¡Iceberg al frente! Era el principio de la pesadilla.
Lo que ocurrió a partir de ese momento se sabe por los testimonios de los poco más de 700 sobrevivientes, Fleet e Ismay incluidos, durante la investigación del accidente, pero también por las investigaciones que han hecho expertos desde entonces. El hallazgo de los restos del Titanic, en 1985, sirvió para comprobar algunas teorías, tanto como para renovar el interés por la famosa embarcación.
Al escuchar el grito de Fleet, Murdoch habría dado la orden de parar el barco. Pero el iceberg estaba demasiado cerca y, con tan sólo unos minutos para reaccionar, el primer oficial ordenó virar a estribor (derecha). El iceberg chocó contra el Titanic y le abrió una brecha en la línea de flotación en el estribor de seis secciones. El barco comenzó a llenarse de agua de inmediato. La orden de cerrar todas las puertas de contención de agua no sirvió de nada.
Mientras Smith organizaba la evacuación en medio de un escenario caótico, armando incluso a la tripulación para evitar un motín, y basándose en la regla de “mujeres y niños primero”, el Titanic se hundía. Lo impensable ocurrió. El barco se partió en dos y se hundió por completo dos horas y 40 minutos después, la madrugada del 15 de abril. Con él se hundió casi 70% de la gente que iba a bordo, incluyendo al capitán, al primer oficial y más de 200 tripulantes. La mayoría, se cree, murió de hipotermia, en un lugar donde las temperaturas eran inferiores a los menos dos grados centígrados.
Los sobrevivientes fueron rescatados cuatro horas después, el tiempo que se tardó el barco Carpathian en llegar a la zona de desastre, tras responder a la llamada de auxilio.
Incógnitas
Días después, al llegar a Nueva York, los sobrevivientes fueron interrogados por una comisión creada para averiguar por qué ocurrió aquella tragedia. ¿Pudo evitarse el choque? ¿Cómo era posible que los vigías no detectaran antes un iceberg gigante? ¿Por qué los botes salvavidas no iban a toda su capacidad?
El choque era inevitable, dada la velocidad a la que iba el barco y la corta distancia que lo separaba del iceberg. Pero los expertos coinciden en señalar que si el Titanic hubiera chocado de frente, el daño quizá habría sido menor, o por lo menos el buque hubiera tardado más en hundirse.
No faltaron quienes acusaron a los dueños y constructores del barco de haber usado materiales de baja calidad, en un intento por explicarse cómo un gigante de 269 metros de largo y 28.19 de ancho, con un peso de más de 46 mil toneladas, pudo hundirse de ese modo, y tan rápido.
Esta versión fue de inmediato desmentida por White Star Line (la naviera a la que pertenecía el barco) y, según investigaciones posteriores, se comprobó que los materiales utilizados en la construcción fueron de la mejor calidad. Al capitán Smith se le acusó de haber ordenado que el barco fuera a toda velocidad, en un intento por llegar antes de lo programado a Nueva York y cerrar con broche de oro su carrera. Las investigaciones revelaron que el Titanic viajaba rápido, pero nunca saliéndose de las normas.
La pregunta que más tiempo ha ocupado a curiosos y expertos es la de cómo nadie avistó a tiempo el iceberg. Una respuesta la dio este año el historiador Tim Maltin en su libro A very deceiving night (Una noche engañosa). Tras seis años de investigaciones, Maltin, mejor conocido por el libro Las 101 cosas que usted creía saber del Titanic… ¡pero no!, llegó a la conclusión de que las condiciones climáticas aquella noche causaron un fenómeno parecido al de un espejismo, por el que el mar parecería estar a la altura del horizonte. Con un cielo oscuro, era imposible que los vigías —que no llevaban binoculares— vieran nada, excepto que estuviera frente a sus narices. En otras palabras, el iceberg se volvió “invisible” a sus ojos.
La rapidez con que se hundió el Titanic estaría directamente relacionada con el daño que le causó el iceberg por la forma en que se estrelló con el barco, pero también con el rompimiento de éste, algo que estuvo en duda hasta que Robert Ballard, oceanógrafo, encontró el cementerio del Titanic, el 1 de septiembre de 1985.
Después se sabría que la Marina estadounidense financió la búsqueda a cambio de que Ballard hallara dos sumergibles nucleares, el USS Scorpion y el USS Thresher, hundidos, el primero en 1962 y el segundo seis años después. El Scorpion llevaba armamento nuclear, que quedó enterrado junto con el sumergible, y Estados Unidos quería asegurarse de que nadie —léase los soviéticos— se lo hubiera llevado.
Muchos se preguntaron por qué los botes salvavidas no iban llenos, y por qué no había suficientes para que todos se salvaran. Lo cierto es que bajo las normas de la época, el Titanic llevaba incluso más botes salvavidas (20, con capacidad para mil 178 personas) de los que la ley le obligaba. Durante su testimonio, Charles Lightoller, segundo oficial del Titanic, señaló que existía el miedo de que los botes se desplomaran al ser bajados al mar si se llenaban al máximo.
Una vez concluidas las investigaciones, se decidió establecer una Patrulla Internacional del Hielo (IIP, en inglés), para monitorear la presencia de icebergs y elaborar nuevas reglas de seguridad marítimas, vigentes hasta hoy, bajo la Convención Internacional para la Seguridad de la Vida en el Mar.
Héroes y villanos
Esta “novela perfecta” no estaría completa sin su dosis de héroes y villanos.
Entre los primeros, uno de los más reconocidos es el diseñador del Titanic, Thomas Andrews, de quien se dice que al darse cuenta de que el buque naufragaría se dedicó a ayudar lo más que pudo y se hundió junto con su más grande orgullo.
Están también los músicos del Titanic, que no dejaron de tocar hasta que el agua se los tragó. Nearer my God to Thee (Cerca de Ti, Señor, escrita en el siglo XIX por Sarah Flower Adams) es la melodía que los sobrevivientes recordaron haberles escuchado.
La mayoría de los demás héroes son hoy rostros sin nombre, que cedieron su lugar para que otros se salvaran.
Más conocidos son los “villanos”. El primero es Ismay, a quien la prensa de entonces tachó de “cobarde” por haber abordado un bote pese a que aún había mujeres y niños a bordo del barco.
La mala reputación lo persiguió el resto de su vida, a pesar de que, según algunos testimonios, Ismay esperó a que ya no hubiera más mujeres ni niños en el lado del barco donde él estaba, antes de abordar.
Peor fama se ganó Robert Hichens, el cabo británico que estaba a cargo del timón y quien dio el viraje que hizo chocar al Titanic (incluso se le acusó de haber interpretado al revés la orden de Murdoch, cosa que ha sido descartada). Luego, quedó a cargo del bote salvavidas número seis, y de acuerdo con la gente que viajaba con él —incluyendo a la famosa millonaria Margaret Molly Brown—, se negó a recoger supervivientes que habían caído al mar. Años después, intentó asesinar a un acreedor, por lo que pasó tiempo en prisión. Murió en 1940 de un infarto, a bordo del barco English Trader.
El USS Californian es el barco que pasó a la historia por haber desoído los llamados de auxilio del Titanic, estando más cerca de éste que el Carpathian. La tripulación dijo no haber recibido indicios claros de que el Titanic estuviera en peligro.
El Titanic se llevó al fondo del mar muchos secretos. Seguramente algunos serán desvelados por investigadores y por nuevas tecnologías. Pero otros se quedarán enterrados allí, en ese cementerio de arena, agua salada y algas. La leyenda del Titanic, el insumergible que no lo fue, seguirá viva.
Para saber
¿Cuáles son los mitos?
La maldición de la momia. Durante mucho tiempo se dijo que uno de los pasajeros del barco llevaba consigo una momia egipcia, la de la princesa de Amon-Ra o sacerdotisa de Amon-Ra, llamada también la “momia de la mala suerte”, causante de infortunios a todo el que la poseyera. El pasajero desoyó los consejos y la adquirió.
La maldición, así, habría alcanzado al Titanic. No hay ninguna prueba que sustente esta versión. A bordo del trasatlántico, se sabe, los pasajeros de primera clase llevaban diversos lujos, incluyendo un auto, pero nada parecido a una momia.
La teoría del complot. ¿El hundimiento fue provocado? Esta versión cobró fuerza tras la publicación del libro Titanic: The Ship that Never Sank? (Titanic: ¿El barco que nunca se hundió?), de Robin Gardiner. Según esto, el Titanic nunca se hundió. Fue su buque hermano, el Olympic, cuyos dueños querían hundirlo a propósito para poder cobrar un seguro millonario, en vista de que este barco había quedado dañado tras una colisión, en septiembre de 1911. Nada ha validado esta afirmación; al contrario, cuando se encontraron los restos del Titanic, llevaban inscritos el número de construcción correcto, el 401. El del Olympic era 400.
La tragedia anunciada. Hubo personas que, habiendo pagado su boleto, decidieron no abordar el Titanic, alegando que videntes les informaron que el barco se hundiría. Más allá de eso, se desató un gran interés por un libro de 1898 donde se contaba una tragedia muy parecida... demasiado.
Se trata de la novela Futility, (traducido como Inutilidad, pero también como Vanidad), de Morgan Robertson.
En ella se narra el hundimiento del Titan, un trasatlántico considerado insumergible, y que se estrelló contra... un iceberg. Y al igual que el Titanic, el Titan no llevaba suficientes botes salvavidas para salvar a todos.
Casa Bonhams
Subastarán boleto e informe del navío
NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- Un boleto de entrada para la presentación del Titanic y un menú de la primera clase se encuentran entre los objetos relacionados con el trasatlántico que serán subastadas este mes, 100 años después de que el barco se hundió tras chocar con un témpano.
La subasta de la casa Bonhams del 15 de abril también incluye un informe manuscrito de Arthur Rostron, el capitán del Carpathian, el primer barco que llegó al lugar del desastre tras escuchar la llamada de auxilio del Titanic.
La carta, que se estima podría venderse entre 90 mil y 120 mil dólares, ofrece “un relato y una cronología completa de lo que ocurrió desde el momento en que el Titanic chocó con un témpano hasta que se hundió el barco”, dijo Gregg K. Dietrich, experto en arte marítimo.
Casi todos los 88 documentos y objetos están relacionados con la tripulación o los pasajeros a bordo del barco, así como con el accidente ocurrido la madrugada del 15 de abril de 1912.
El boleto preferente para la presentación del barco está fechado el 31 de marzo de 1911 y es “el único ejemplo conocido de un comprobante de admisión intacto”, dijo Dietrich. Se estima que podría venderse de 50 mil a 70 mil dólares.
AP
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