Internacional
Situación de crisis por plantas de energía solar
Ambientalistas se oponen a la construcción en ecosistemas vírgenes,pero reconocen que los proyectos ayudan al mundo y darían empleos
“Guau”, recuerda haber pensado en aquel momento. “Dios quiso que esto fuera una planta de energía solar”.
Pero cuando Kim Williams mira la misma tierra desde su rancho, ve una zona rica en vida silvestre que la está ayudando a mantener su granja avícola y su pacífico estilo de vida.
Ella está a favor de la energía solar a pequeña escala, pero cuando se enteró de la planta sintió horror. Ahora planea presentar una demanda para impedir su realización.
La iniciativa para desarrollar una alternativa al combustible en base a carbono se ha topado con un inconveniente poco probable: los ambientalistas.
La diferencia entre Peterson y Williams ilustra el tema. Para un creciente número de defensores del medio ambiente, las decenas de plantas solares que están apareciendo en el desierto del Oeste californiano son un flagelo, no una salvación.
¿El resultado? Quienes en teoría parecen ser los aliados perfectos de la energía solar son ahora sus peores enemigos.
Eso incluye al Sierra Club, que la semana pasada presentó lo que según la destacada abogada Gloria Smith es la primera demanda contra una planta de energía solar, un proyecto de 664 megavatios llamado Calico que debería ser construido en el desierto cerca de Barstow, en California.
Este caería justo en el medio del hábitat de plantas y animales únicas, en una zona a la que Smith denomina “una ubicación muy desafortunada”.
La disputa legal se da mientras Estados Unidos se apura por incorporar energías renovables. En Estados Unidos, la energía renovable, incluyendo la solar, representa cerca de sólo 8% de la producción total, según la Administración de Información Energética de Estados unidos.
Se espera que esa cifra salte a 13% para el año 2035, pero eso fue antes del caso Green Vs. Green.
Aunque Williams y sus seguidores apoyan el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles, dicen que tendría un costo muy alto si implica construir sobre tierras vírgenes.
Que brille el Sol
California está en el centro de la industria solar de Estados Unidos, gracias a la confluencia de tierras iluminadas soleadas y el requerimiento legal de que 33% de su electricidad provenga de fuentes renovables para el 2020.
Hay más de 40 plantas de servicios públicos solares en desarrollo, según la comisión estatal de empresas de servicios públicos. Casi tienen o tendrán problemas con ecologistas o con personas que simplemente no quieren tener plantas como Solargen en sus patios traseros.
La compañía nació en el 2006, cuando el Gobierno consolidaba su apoyo para el sector solar con exenciones tributarias y garantías. Peterson, el director ejecutivo, estuvo entre los que se beneficiaron con ese apoyo.
Previamente, había asesorado a individuos de gran poder adquisitivo en Goldman Sachs y más tarde fundó y administró una firma de inversión en energía alternativa.
Pero los ejecutivos de Solargen no fueron los únicos que habían atisbado la oportunidad.
El equipo de Solargen consideró que nunca podría competir con las hordas de promotores concentrados en los desiertos, donde había demasiados proyectos compitiendo por las muy pocas líneas para transportar toda la electricidad que van a generar. Un número menor de compañías pensó en el centro de California.
Cuando Peterson vio Panoche por primera vez en 2008, sintió que se había sacado la lotería: un valle de más de ocho mil hectáreas con pocos habitantes en el que ningún otro promotor tenía la mirada puesta. Si bien la mayoría de las otras plantas a gran escala serán erigidas en propiedades del Gobierno, este terreno estaba en manos privadas, lo que llevó a Peterson a asumir que facilitaría el proceso de habilitación.
Peterson rápidamente se trasladó al lugar para determinar quién era el propietario de las tierras que necesitaría —tanto para la planta como para preservar la pérdida de hábitat de la flora y la fauna del lugar— y convocó a personalidades locales para que lo ayuden a concretar la operación.
Recuerda haber negociado con un ranchero que tenía una escopeta a su lado en una reunión; y con otro que no dejaba de ofrecerle bebidas alcohólicas, aunque él fuera mormón.
Mientras tanto, estaba tratando de asegurar los fondos. Eso ha sido difícil para casi todas las compañías de energía solar, particularmente las emergentes, en un contexto en el que los fondos de los inversores han disminuido mucho.
Cuanto más innovadora la tecnología, más difícil resulta la obtención de recursos. Muchas compañías están tratando de aprovechar los avales de préstamo que ofrece el Departamento de Energía de Estados Unidos, pero la solicitud es larga y rigurosa. Peterson dice que su solicitud fue denegada.
Sus viajes a la legendaria Sand Hill Road de Silicon Valley no lo llevaron a ningún lado.
Desesperado por obtener los fondos, Peterson desempolvó el mandarín que había aprendido como misionero mormón en Taiwán en la década de 1980, y regresó de visita varias veces.
Aún puede recitar de memoria los saludos con los que comenzó cada reunión, describiendo cuánto disfrutó su estadía en Taiwán, cuán contento estaba porque el proyecto lo tuviese de regreso y cuánto lamentaba haber olvidado el idioma.
Una compañía que contactó fue UMC, que había fundado NexPower Technology Corp., un fabricante de delgadas películas solares. Para cerrar el acuerdo con su brazo inversor, Peterson aceptó comprarle algunos paneles solares a NexPower para la planta en la medida que él pudiese encontrar un prestamista dispuesto a financiar un proyecto para usar dichos paneles.
La táctica funcionó. Obtuvo inversiones de UMC Capital, su mayor auspiciante, y de Chinatrust Venture Capital, que ascendían a 6.5 millones de dólares. En total, Solargen ha recaudado casi 12 millones de dólares, dice Peterson. Construir la planta costará un total de mil 300 millones de dólares.
En el fragor de la batalla
Aquellos que se opusieron recurrieron a un esquema muy usado: usar leyes ambientales para combatir un proyecto.
Los abogados dicen que el momento en que el Gobierno aprueba un plan ambiental ofrece la mejor oportunidad para interponer una demanda contra una planta, usando como motivos la Ley Nacional de Política Ambiental o una ley estatal como la Ley de Calidad Ambiental de California.
Contar con especies de plantas y animales amenazadas o en riesgo de extinción en un lugar da más peso a las demandas, dicen los abogados.
“Save Panoche Valley”, la Entidad que William ayudó a crear, presentó una demanda en noviembre afirmando que el condado aprobó informes de cálculos de bajos estándares sobre el medio ambiente y el agua e indebidamente canceló pacto de conservación para mantener la tierra para uso agrícola.
Animales amenazados o en riesgo como el zorro kit San Joaquín, la rata canguro y la lagartija aleopardada de trompa chata reciben una mención especial durante todo el juicio. El condado no formuló comentarios sobre las acusaciones en los juicios pendientes, dijo la asistente Barbara Thompson.
Lograr la anulación de los permisos es el objetivo final, dice el grupo. Pero igualmente bueno sería retrasar el proceso. “Un proceso eterno sería también una victoria”, dice Garthwaite, quien cree que Solargen simplemente se quedaría sin dinero y tiempo para seguir luchando.
En el peor de los casos, Solargen podría vender el proyecto sin desarrollarlo, dice Christine Hersey, una analista en energía solar de Wedbush Securities que ha estado siguiendo de cerca las inquietudes ambientales.
Como Solargen ya tiene sus tierras y la mayoría de sus permisos, el proyecto tiene valor, pero tendría más valor si la compañía tuviese un acuerdo con una empresa energética para que le compre su electricidad, algo en lo que Peterson trabaja.
En este momento, la batalla está en manos del condado, que está preparando una respuesta a la demanda de cara a una audiencia prevista para marzo.
Peterson teme que la deuda pendiente le dificulte recaudar la próxima ronda de fondos, en especial los 7.5 millones de dólares que necesita para un estudio de interconexión del tendido eléctrico requerido por firmas de servicios públicos propietarias de las líneas a las que espera conectarse.
¿Qué sigue?
Los miedos de Peterson están justificados, dice Hersey, la analista solar de Wedbush.
“Los inversores que estaban por llevar a cabo su diligencia debida querrían que esos juicios estén resueltos antes de comprometer capital alguno”, afirma, hablando en general sobre la industria de la energía solar.
Y a medida que más proyectos solares atraviesan el proceso de aprobación, los litigios “se convertirán en un tema mayor”.
Entre las plantas que considera de alto riesgo está el proyecto de 300 megavatios de First Solar en Stateline, que cuenta con gran cantidad de tortugas amenazadas.
Varios otros proyectos ya están enredados en la legislación o amenazados por ella.
La tribu Quechan, un grupo concentrado alrededor de la frontera entre Arizona y California, demandó a la Oficina de Administración Territorial (BLM, en inglés) por una planta de 709 megavatios que sería levantada en sus tierras en el Valle Imperial, y mencionó animales como el lagarto de cola plana.
La tribu sostiene que la aprobación del proyecto por parte de BLM no respetó los procedimientos apropiados. El mes pasado, esta obtuvo una orden para bloquear la planta, bajo desarrollo de Tessera Solar de NRT plc.
Sólo la semana pasada, la Cuna de Aztlán, un grupo defensor de los estadounidenses nativos y sus co-demandantes presentaron una denuncia por la aprobación federal de seis plantas solares, citando el entorno cultural, entre otros problemas.
Entre esas seis está la planta Ivanpah de 370 megavatios en el desierto del Mojave, donde BrightSource Energy colocó los cimientos en octubre. BrightSource ya hizo algunas concesiones después de que el Centro para la Diversidad Biológica, conocida por sus litigios con desarrollos que considera riesgosos para el medio ambiente, planteara sus inquietudes.
El grupo con sede en Tucson, Arizona, está vigilando de cerca las otras propuestas de proyectos solares, según la bióloga Ileene Anderson.
En su caso presentado ante la Corte de California, el Sierra Club demandó a la Comisión de Energía de California (CEC) por su aprobación del Calico Solar Project
Entre las preocupaciones de Sierra Club está que la planta será construida en una zona rica en tortugas del desierto, que están amenazadas según la ley federal y en peligro según la ley de California, y otras especies.
Funcionarios de la CEC “están ansiosos por defender nuestra posición en la corte”, dijo la portavoz Sandy Louey. Su promotora, Tessera Solar, vendió el proyecto a K Road Power con sede en Nueva York a fines del mes pasado.
Grupos que van desde la Audubon Society y los Defenders of Wildlife al Consejo de Defensa de los Recursos Naturales también están exponiendo sus objeciones contra otros proyectos.
Cerca de la mitad de las plantas en etapa de desarrollo ahora tienen problemas vinculados al hábitat de la flora y la fauna, el patrimonio cultural, o la demanda del agua. Muchas de estas podrían terminar en la justicia. Y el solo riesgo del litigio probablemente afectará la escala del sector solar, según analistas.
Los promotores podrían reducir el tamaño de las plantas propuestas a futuro, y pensar más cuidadosamente a dónde deben ir. Y ese es el punto, replican los ambientalistas.
Sector serio
California tiene unas cuantas plantas de energía solar que datan de fines de la década de 1980, pero la industria de la energía solar recién acaba de adquirir gran impulso.
Los temores a la dependencia de las fuentes internacionales de combustible, el creciente desagrado por la electricidad generada a carbón y los generosos subsidios gubernamentales han conspirado todos para fomentar la industria.
Actualmente, la mayor planta solar de Estados Unidos tiene una capacidad de 160 megavatios, suficiente para alimentar hasta 50 mil hogares. Pero Ivanpah de BrightSource acaba de elevar la apuesta con su planta de 370 megavatios.
Una serie de propuestas está siguiendo sus pasos, incluyendo un par de plantas de 550 megavatios que tienen previsto marcar el rumbo el año que viene en los condados San Luis Obispo y Riverside, y una planta de mil megavatios en etapa de desarrollo en el condado Riverside.
Por supuesto, los avezados operadores pueden tratar de prevenir acciones legales. Hasta la demanda de Cuna de Aztlan de la semana pasada, BrightSource había adoptado exitosamente esta política con Ivanpah.
Una táctica es hacer todo lo posible por proteger las plantas y los animales en riesgo. Las compañías pueden ir más allá de lo que les requiere la ley, realizando detallados estudios adicionales sobre las especies en cuestión, adquisiciones extra de tierra para usarlas como reservas para compensar los efectos nocivos del proyecto, etcétera.
Solar Millennium recibirá una lección de cómo realizar grandes esfuerzos con su propuesta de planta de 250 megavatios en Ridgecast, mayormente sobre tierras privadas en el condado Kern de California.
Funcionarios están preocupados por el efecto sobre la ardilla de Mohave, por lo que Solar Millenium está considerando financiar un estudio de dos años para evaluar la población de ardillas en la zona.
Phil Leitner, un biólogo independiente que dirige el estudio, dice que si éste prospera, planea atrapar ardillas, colocarles collares con radio transmisores y tomar muestras de tejido de sus orejas para determinar su composición genética.
En Panoche Valley, los informes ambientales y los procesos de autorización han consumido casi dos tercios del dinero que Solargen ha recaudado. Entre lo que tiene que pagar hay perros que corren por las colinas, olfateando rastros de excremento del zorro kit San Joaquín en peligro de extinción. Pero no todos los residentes del valle están en contra de la planta. “Es buena para generar empleo”, dice Mario Bencomo, de 53 años, un peón de campo que tiene varios amigos desempleados dispuestos a trabajar.
Y naturalmente, muchos dueños de tierras quieren que se construya la planta, incluyendo a los residentes del condado San Benito que viven afuera del valle pero son propietarios de tierras allí. Algunos han vendido opciones sobre sus propiedades para el proyecto por precios de hasta seis mil 500 dólares la hectárea.
Entre ellas está la vicepresidente de operaciones de Reprise Software, Sallie Calhoun, y su esposo, el director ejecutivo de Reprise Matt Christiano.
Además de su propiedad de Panoche Valley, Calhoun es propietaria de un rancho en el poblado de Paicines. Allí usa técnicas de pastoreo sustentable, preside la junta de un grupo que trabaja para restaurar las praderas y generalmente se considera una defensora del medio ambiente.
TELÓN DE FONDO
Estructuras prometedoras
Como parte del plan de recuperación de la crisis financiera de 2009 en Estados Unidos, el presidente Barack Obama anunció la construcción de dos proyectos solares, con una inversión de dos mil millones de pesos.
Uno realizado por la compañía española Abengoa y el otro por la estadounidense Abound Solar Manufacturing.
De acuerdo con el anuncio del presidente —el pasado 3 de julio de 2010— entre ambas compañías estarían creando tres mil 600 empleos en el área de construcción y mil 500 puestos de trabajo permanentes. La planta de Abengoa se construirá en Indiana y la de Solar Manufacturing en Colorado; se espera que ambas plantas estén funcionando para el año 2013.
Síguenos en