Internacional
Recuerdan catástrofe de Japón en Viernes Santo del Vaticano
La catástrofe que golpeó al país es una advertencia sobre los límites del ser humano, asegura Raneiro Cantalamessa
-El Papa responde preguntas entelevisión sobre
la resurrección
CIUDAD DEL VATICANO (22/ABR/2011).- El predicador de la Casa Pontificia, Raneiro Cantalamessa, aseguró hoy que la catástrofe que golpeó a Japón el mes pasado es una advertencia sobre los límites del ser humano, durante la celebración del Viernes Santo en El Vaticano.
El religioso pronunció la homilía durante la adoración a la Santa Cruz y el rito de las siete palabras que presidió el Papa Benedicto XVI, este viernes ante varios miles de personas en la Basílica de San Pedro.
Poco después de las 17:00 horas locales (15:00 GMT), el Pontífice inició la liturgia de la palabra que sustituyó a la misa, ya que por recordarse este día la muerte de Jesucristo no se llevan a cabo eucaristías en ninguna parte del mundo.
Durante su discurso, Cantalamessa se preguntó cómo es posible hablar de Dios luego del desastre natural que golpeó a Japón con el terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo.
'¿Cómo tener el valor de hablar del amor de Dios, cuando tenemos ante los ojos tantas tragedias humanas, como la catástrofe que se ha abatido sobre Japón o las hecatombes en el mar de las últimas semanas? Pero quedarse del todo en silencio sería traicionar la fe', dijo.
'La injusticia, el mal como realidad no puede ser simplemente ignorado, dejado estar. Debe ser eliminado, vencido. Esta es la verdadera misericordia. Y que ahora, dado que los hombres no son capaces, lo haga Dios mismo, esta es la bondad incondicional de Dios', agregó.
El religioso llamó a 'sufrir y llorar' con el pueblo japonés, víctima de una de las más grandes catástrofes naturales de la historia, a admirarse por su dignidad, por su ejemplo de compostura y de mutua ayuda que han dado al mundo.
Consideró que la globalización tiene un efecto positivo porque permite que el dolor de un pueblo se convierta en el dolor de todos, suscitando la solidaridad de muchos.
Además, ofrece la ocasión de descubrir la pertenencia a una sola familia humana, unida en lo bueno y en lo malo, ayuda a superar las barreras de raza, color y religión.
'Debemos sin embargo recoger también la enseñanza que hay en acontecimientos como este', indicó Cantalamessa.
'Terremotos, huracanes y otras desgracias que afectan a la vez a culpables e inocentes nunca son un castigo de Dios. Decir lo contrario sería ofender a Dios y a los hombres', reflexionó.
'Pero son una advertencia: en este caso, la advertencia a no engañarnos con que la técnica y la ciencia bastarán para salvarnos. Si no sabemos imponernos límites, pueden convertirse, precisamente ellas, lo estamos viendo, en la amenaza más grave de todas', dijo.
la resurrección
CIUDAD DEL VATICANO (22/ABR/2011).- El predicador de la Casa Pontificia, Raneiro Cantalamessa, aseguró hoy que la catástrofe que golpeó a Japón el mes pasado es una advertencia sobre los límites del ser humano, durante la celebración del Viernes Santo en El Vaticano.
El religioso pronunció la homilía durante la adoración a la Santa Cruz y el rito de las siete palabras que presidió el Papa Benedicto XVI, este viernes ante varios miles de personas en la Basílica de San Pedro.
Poco después de las 17:00 horas locales (15:00 GMT), el Pontífice inició la liturgia de la palabra que sustituyó a la misa, ya que por recordarse este día la muerte de Jesucristo no se llevan a cabo eucaristías en ninguna parte del mundo.
Durante su discurso, Cantalamessa se preguntó cómo es posible hablar de Dios luego del desastre natural que golpeó a Japón con el terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo.
'¿Cómo tener el valor de hablar del amor de Dios, cuando tenemos ante los ojos tantas tragedias humanas, como la catástrofe que se ha abatido sobre Japón o las hecatombes en el mar de las últimas semanas? Pero quedarse del todo en silencio sería traicionar la fe', dijo.
'La injusticia, el mal como realidad no puede ser simplemente ignorado, dejado estar. Debe ser eliminado, vencido. Esta es la verdadera misericordia. Y que ahora, dado que los hombres no son capaces, lo haga Dios mismo, esta es la bondad incondicional de Dios', agregó.
El religioso llamó a 'sufrir y llorar' con el pueblo japonés, víctima de una de las más grandes catástrofes naturales de la historia, a admirarse por su dignidad, por su ejemplo de compostura y de mutua ayuda que han dado al mundo.
Consideró que la globalización tiene un efecto positivo porque permite que el dolor de un pueblo se convierta en el dolor de todos, suscitando la solidaridad de muchos.
Además, ofrece la ocasión de descubrir la pertenencia a una sola familia humana, unida en lo bueno y en lo malo, ayuda a superar las barreras de raza, color y religión.
'Debemos sin embargo recoger también la enseñanza que hay en acontecimientos como este', indicó Cantalamessa.
'Terremotos, huracanes y otras desgracias que afectan a la vez a culpables e inocentes nunca son un castigo de Dios. Decir lo contrario sería ofender a Dios y a los hombres', reflexionó.
'Pero son una advertencia: en este caso, la advertencia a no engañarnos con que la técnica y la ciencia bastarán para salvarnos. Si no sabemos imponernos límites, pueden convertirse, precisamente ellas, lo estamos viendo, en la amenaza más grave de todas', dijo.
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