Internacional

Presos políticos cuentan su sufrimiento en prisión

Aislados de toda comunicación en celdas, ex presos tenían una llamada telefónica una vez al mes y veían a sus familiares pocas horas al año

MADRID, ESPAÑA (19/JUL/2010).- El 18 de marzo del 2003, a las 11 de la noche, José Luis García Paneque fue detenido por el régimen de Fidel Castro cuando se encontraba en casa con su mujer.

Cirujano plástico de profesión, Paneque trabajaba como periodista en Nueva Prensa Cubana y colaboraba con una emisora de radio de la isla caribeña.

Una máquina de escribir y una grabadora bastaron para que lo acusaran de conspirar contra su país y confabular con Estados Unidos para derrocar al régimen comunista. Fue condenado a 24 años de cárcel. En esa misma semana 74 disidentes más también fueron detenidos en la llamada “Primavera negra”.

Paneque pasó siete años y cuatro meses en nueve prisiones diferentes de cinco provincias de la isla. Los dos primeros años estuvo en una celda de aislamiento. “Estaba incomunicado, aislado, en una celda de tres metros de ancho por cuatro de largo —con una cama, un sanitario y una ducha— llena de humedades y sin iluminación. A veces me dejaban salir una hora al día para ver el sol, pero sólo a veces”.

Paneque recibía cada día la visita del funcionario de prisiones que le llevaba la comida, pero no le permitían verlo ni hablar con él. Sólo tenía derecho a una llamada de teléfono vigilada cada mes, una visita de su familia cada tres meses y un encuentro conyugal cada cinco. Cuando todo empezó pesaba 86 kilos; ahora, a sus 44 años pesa 48 kilos. Enfermó de gastritis, sufrió desnutrición y padece mala absorción intestinal.

“Para no volverme loco y saber cuándo era de día y cuándo de noche intentaba tener una rutina. Colocaba mis pertenencias en orden una y otra vez, hacía un poco de ejercicio y me pasaba horas y horas mirando la rendija por donde metían la comida porque entraban moscas y pajaritos y me gustaba darles de comer”.

García Paneque está ahora en Madrid. Dice que ha pasado “del infierno al paraíso”, asegura que no guarda rencor a sus captores. “Aprendí que el perdón debe venir de Dios”, dice, y reconoce que aunque está muy contento con su nueva vida no será del todo feliz hasta que no vea libre a todos los presos políticos de Cuba.

García ha viajado a España con su padre, su esposa, su hermana y su sobrina de 29 días, gracias a la mediación de la Iglesia Católica cubana y del Gobierno español que preside José Luis Rodríguez Zapatero. Y lo ha hecho acompañado por otros 10 disidentes cubanos.

Dos horas cada siete meses

Normando Hernández González es uno de esos disidentes que ha logrado dejar la isla. Era miembro del Colegio de Periodistas Independientes de Camagüey y fue condenado a 25 años de prisión cuando su hija tenía sólo un año. En los siete que pasó en prisión apenas la pudo ver unas cuantas horas.

“Me llevaron a una cárcel en Pinar del Río a 700 kilómetros de distancia de donde yo vivo, de modo que, como en Cuba las comunicaciones son tan malas, sólo pude verla dos horas cada siete meses”.

Ahora la niña ha podido por fin conocer a su abuela. “Mi madre vive en Estados Unidos y en todos estos años el Gobierno de Fidel Castro no le permitió volver, así que ha sido en España donde se han visto por primera vez”, cuenta Hernández. “Y ya te puedes imaginar la emoción. No se puede contar con palabras. Sólo llorábamos y la niña sólo era capaz de decir: Papito, ya estamos juntos”.

FRASES

Estaba incomunicado, aislado, en una celda de tres metros de ancho por cuatro de largo. A veces me dejaban salir para ver el sol, pero sólo a veces
José Luis García Paneque,
preso político liberado.

Los presos han perdido todo tipo de esperanza de vida, el miedo, el terror, que les han inculcado desde siempre los mantiene apáticos
Normando Hernández González,
preso político liberado.
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