Internacional
Política exterior pone atento al mundo entero en el tercer debate
Las propuestas de los candidatos presidenciales sobre relaciones internacionales siempre tienen repercusión
Un estudio reciente del instituto Foreign Policy Initiative demuestra hasta qué punto los estadounidenses se sienten parte del mundo y rechazan el aislacionismo que promueven algunos sectores políticos, tanto de la izquierda como de la derecha: 92% de la población cree que su país debe desempeñar un papel en el escenario internacional y más de 85% considera que Estados Unidos es una fuerza promotora del bien para la humanidad.
Aunque el mundo ha cambiado notablemente desde que Washington quitaba y ponía Gobiernos en otros países a su antojo, es evidente que Estados Unidos sigue teniendo gran influencia en la marcha de los acontecimientos en distintas regiones, y que algunos focos de conflicto están a la espera de los resultados de estas elecciones para pasar a una nueva fase. El caso más claro es el de Irán, sobre el que el próximo presidente tendrá que decidir si da luz verde a una guerra con potenciales consecuencias catastróficas.
Pero ese no es el único ejemplo. Las recientes tensiones surgidas en Asia por el temor al expansionismo de China, la decantación de Rusia hacia un régimen más o menos democrático, la evolución de la primavera árabe, dependen, en mayor o menor medida, de la política que se adopte en la Casa Blanca. Incluso en un territorio de mayor autonomía, como es Europa, ha habido en estas semanas rumores creíbles de que Obama había presionado a los líderes de la Unión Europea para que esperasen al 6 de noviembre para tomar una decisión sobre Grecia. En América Latina, donde el declive de la influencia norteamericana es más ostensible, es muy posible que el próximo presidente de Estados Unidos tenga que enfrentarse al comienzo de la transición en Cuba.
Aunque no votan, los ciudadanos del mundo se van a ver, por tanto, afectados por lo que decidan las urnas, y los efectos pueden ser diferentes si gana Obama o gana el candidato republicano, Mitt Romney.
El País
La agenda
Los pendientes norteamericanos
Europa
En el último año, Barack Obama ha actuado de contrapeso de la canciller alemana, Angela Merkel. El presidente norteamericano ha alentado a los líderes europeos a favorecer una mayor inversión pública para crear empleo o una acción más contundente del Banco Central Europeo para proteger el euro.
Irán
Obama ha logrado contener el deseo de Israel de atacar a Irán para paralizar su programa nuclear, pues supone que todavía existe margen para la negociación. Romney no ha aclarado qué haría él respecto a este asunto.
Siria
El presidente ha asegurado que el régimen de Bashar al Assad caerá, pero se opone a una intervención militar. Romney se ha manifestado dispuesto a suministrar armamento a la oposición siria a través de Turquía y Arabia Saudí, y ha anunciado que actuará en esa crisis al margen del Consejo de Seguridad.
Palestina-Israel
En los primeros días de su administración, Obama presentó la solución de ese conflicto como la piedra angular sobre la que reconstruir las relaciones entre Occidente y el Islam, pero sus intentos han sido frustrados. Romney ha anticipado ya que no piensa gastar su tiempo en eso. Según ha dicho, “los palestinos no tienen interés alguno en hacer la paz”.
China
No son previsibles grandes cambios con Obama, aunque China tendrá un nuevo liderazgo a partir del próximo año, y eso puede dar lugar a algunas variaciones en la agenda tradicional entre las dos naciones.
Romney prometió que el primer día de su presidencia firmaría un documento que declare que China está manipulando artificialmente su moneda para perjudicar a Estados Unidos.
Rusia
Gane quien gane en noviembre, el horizonte de una difícil relación con Vladímir Putin parece inevitable. En el caso de Obama, porque va a sentir la presión de su propio partido y sus propios congresistas, que reclaman denunciar con más claridad el retroceso democrático que se está produciendo en Rusia. En el caso de Romney, porque él mismo definió a Rusia como ‘el enemigo geopolítico número uno’.
Afganistán
Obama, con el refrendo de la OTAN, ha señalado ya el final de 2014 como el límite para la presencia de tropas norteamericanas en ese país. No es probable que Romney, aunque haya criticado el establecimiento de plazos artificiales para la guerra, modifique esos planes.
América Latina
México es el segundo mayor socio comercial de Estados Unidos y su influencia en este país está creciendo. Pese a que no figura entre las prioridades de la campaña, más que como referencia al origen de la mayor parte de los inmigrantes ilegales, México será un asunto del que tendrá que ocuparse el próximo presidente norteamericano, quizá el único país verdaderamente estratégico de América Latina para Estados Unidos.
El tercer debate fue el menos visto; compitió con eventos deportivos
Fox News rompe récord
NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- A pesar de que marcó un récord de audiencia para Fox News Channel, el debate entre el presidente Barack Obama y su rival republicano Mitt Romney fue el menos visto de sus tres encuentros.
La compañía Nielsen calculó que 59.2 millones de personas vieron el debate, que se centró en la política exterior. El primer debate entre los dos candidatos tuvo una audiencia televisiva de 67.2 millones de personas y el segundo de 65.6 millones.
La discusión se enfrentó a un partido de futbol americano, que vieron 10.7 millones de personas, y al juego decisivo de la serie de campeonato de la Liga Nacional, con 8.1 millones de espectadores.
Empero, el tercer y último debate tuvo una audiencia más grande que el tercero entre Obama y John McCain en el 2008 (56.5 millones de espectadores).
Se calcula que 11.5 millones de personas vieron el debate a través de Fox News Channel. La anterior marca de audiencia de la cadena eran los 11.1 millones que vieron el segundo debate presidencial la semana pasada.
Análisis
Barack Obama y la reelección
Orestes Díaz Rodríguez
Si una tendencia sobresale desde 1901 a la fecha en las contiendas electorales en Estados Unidos, en las que toma parte un presidente en funciones, es que los mandatarios tienden a imponerse, o dicho de otro modo, a agenciarse las preferencias electorales del votante.
Así lo hicieron Teodoro Roosevelt (1901-1909), Woodrow Wilson (1913-1921), Calvin Coolidge (1923-1929), Franklin Delano Roosevelt (1933-1945), Harry Truman (1945-1953), Dwigth Eisenhower (1953-1961), Lyndon Johnson (1963-1969), Richard Nixon (1969-1974), Ronald Reagan (1980-1988), Bill Clinton (1992-2000) y George W. Bush (2002-2010), sumando un total de doce ocasiones, pues Roosevelt lo hizo dos veces.
Ello obedece a las ventajas del presidente saliente: es más conocido que su adversario, tiene un acceso privilegiado a los medios y para su campaña se apoya en los poderosos recursos de la maquinaria federal.
Pero existe, sin embargo, otro dato duro a tomar en cuenta para el mismo lapsus de tiempo que analizamos, los mandatarios norteamericanos que aspiran a reelegirse, a pesar de su ventajosa posición, no siempre lo consiguen.
Tal fueron los casos de William Taft, Herbert Hoover, Gerald Ford y más recientemente Jimmy Carter y George Bush (padre). Taft no pudo reelegirse porque su partido se había hecho añicos. Hoover, debido a que el país se hallaba en plena recesión. Ford era un sobreviviente de una administración perseguida por el fantasma de Watergate y tenía una tasa de desempleo de 7.8 por ciento. Carter no pudo liberar a los rehenes de Irán y tenía la tasa de paro en 7.5, mientras George Bush padre exhibía al momento de la elección una tasa de desempleo de 7.4 por ciento.
De modo que la reelección es el resultado de una ecuación integrada por las ventajas de la posición de presidente saliente con otros factores como que los mandatarios gocen del apoyo de su partido, un desempeño satisfactorio de la economía, tasa de desempleo inferior a siete puntos y que el votante perciba que la seguridad de la nación ante las amenazas del exterior se encuentre garantizada.
Por su origen, carisma y moderación Barack Obama cuenta con un respaldo casi unánime fuera de Estados Unidos, pero internamente el actual mandatario, salvo el apoyo de su partido, tiene en zona de duda o cuestionados los requisitos que tradicionalmente favorecen la reelección de un presidente. Sumémosle su desempeño en el primer debate y quedará claro por qué las encuestas no le sonríen decisivamente a sólo dos semanas del desenlace.
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