Internacional
Los piratas somalíes tuvieron un 2009 con viento en popa
Sus ilícitos les reprtaron casi cinco millones de dólares en dos atracos sonados. En el año secuestraron 43 barcos
En Somalia la situación no ha cambiado: impera la violencia y gobierna un Estado fallido. Los piratas, en cambio, no sólo son más —el IBM, que calcula que unos 500 hombres se dedican a este negocio, sin contar con las milicias que los apoyan en territorio somalí—, sino que ahora son más agresivos, cuentan con más tecnología, piden rescates más grandes —de entre 500 mil y 2 millones de dólares— y han ampliado su rango de acción.
Se han adaptado a las nuevas circunstancias y han sabido evadir la amenaza que conlleva la autorización de Naciones Unidas (2008) para que buques internacionales vigilen las aguas regionales y persigan a los corsarios, incluso en tierra.
La amenaza es tal que diversos gobiernos, entre ellos el de Francia, han instado a la creación de un tribunal especial internacional auspiciado por la ONU para juzgar a los piratas. Otros, como el de Estados Unidos, han optado por armar a sus buques para repeler a los invasores. El Ejército estadounidense, después del secuestro del Maersk Alabama, cuya tripulación enfrentó a los plagiarios, decidió enviar su aeronave Reaper MQ 9 no pilotada, y que puede llevar 19 mísiles, a sobrevolar el océano Índico.
A la vigilancia en el golfo de Adén —por donde circulan unos 20 mil barcos mercantes al año—, los piratas han respondido ampliando su zona de operación y ahora representan también una amenaza para “la región Sur del Mar Rojo, los estrechos de Bab el Mandab y la costa Este de Omán”, según el IBM.
Si en un principio los piratas eran una especie de guardias que buscaban proteger la pesca local de los buques extranjeros, hoy reconocen que están en el negocio por el dinero, a sabiendas de que la mayoría de los gobiernos, particularmente los europeos, pagan los rescates que ellos piden.
Un solo secuestro exitoso basta a los piratas para darse una buena vida. Muchos dan dos o tres golpes antes de abandonar Somalia y poner negocios en otros países.
Los piratas prefieren los barcos de nacionalidad europea y vigilan cada movimiento. Cuentan con lujo de detalles su modus operandi. “Sabemos qué es cada barco. Si tiene radares grandes es un barco militar y nos alejamos. Si es un barco pequeño, no lo queremos, es inútil. Pero si el barco es grande, disparamos algunas balas y esperamos para ver si responden. Después, volvemos a disparar. Son más lentos y nosotros tenemos lanchas rápidas. Un hombre sube primero y nos dice cómo está todo. Después, todos abordamos”, contó “Barba Roja” para el informe del Instituto Noruego de Investigación Urbana y Regional, titulado “Piratería en el Golfo de Adén: mitos, errores y remedios”, difundido en noviembre.
Durante los 47 días de secuestro del atunero español Alakrana, en octubre pasado, los piratas amenazaron con matar de tres en tres a los tripulantes. Les permitieron contactarse con sus familias para ejercer presión y que narraran lo angustioso de convivir con unos captores drogados y violentos. Durante las llamadas, solían disparar al aire. Al final, los piratas ganaron. Aunque dos están detenidos en España, los demás se llevaron un botín de 3 millones de dólares.
“Negocio” lucrativo
Se desconoce el monto exacto que han obtenido los piratas este año, aunque en 2008 la cifra osciló alrededor de 150 millones de dólares entre enero y noviembre.
Los esfuerzos mundiales por apuntalar al gobierno somalí y frenar la piratería fueron de 250 millones de dólares, de los cuales sólo 82 fueron destinados a paliar la pobreza.
Mientras la comunidad internacional no se decida a combatir la amenaza de los mares, los piratas se dedican a lo suyo, a mejorar y ampliar el negocio, que es próspero y ventajoso.
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