Internacional
Los manglares pudieron salvar vidas birmanas
Al cortar 20 mil 235 hectáreas de árboles de manglares en la década de los años 90 Birmania pudo haberse quedado mucho más vulnerable al ciclón “Nargis”
Según un informe que divulgó el funcionario, al cortar 20 mil 235 hectáreas de árboles de manglares en la década de los años 90, y probablemente más desde entonces, Birmania pudo haberse quedado mucho más vulnerable al ciclón “Nargis”.
No se trata de una declaración sin antecedentes: Un artículo publicado en la revista “Science” en el año 2005 encontró que regiones protegidas por vegetación costera sostienen menos muertes y menor daño cuando son inundadas por fuertes tormentas y tsunamis, que aquellos territorios que carecen de estos bordos naturales.
De acuerdo con datos difundidos por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) algo así como tres mil 600 hectáreas de bosques de manglares han sido talados a nivel mundial desde 1980, la mayoría en Asia, donde los árboles son derribados para construir granjas de peces y camarones, como así también centros de atracción turística.
Según el Gobierno de Birmania, la mayoría de las muertes ocasionadas por el “Nargis” obedecieron no tanto a los vientos que soplaron a 190 kilómetros por hora, sino más bien a las consecuencias derivadas de las intensas lluvia, misma que los bosques hubieran podido absorber o, al menos, moderar.
Qué son
Los manglares son bosques que nacen en terrenos bajos y pantanosos, que se hallan comúnmente en costas protegidas en las zonas tropicales y subtropicales. Además de proteger la costa contra la erosión debido al viento, las olas y las corrientes de agua y los arrecifes de coral, las praderas submarinas y las rutas de navegación contra la sedimentación, los manglares también brindan refugio a una fauna diversificada, incluyendo mamíferos, reptiles, anfibios y aves en peligro de extinción. Estudios demuestran que este tipo de bosques representan un escudo natural contra los desastres naturales.
Fuente: www.fao.org
(José Langarica)
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