Internacional

La voz del pueblo es la voz de Dios

El caudillo latinoamericano que ejerció el poder gubernamental con un corte populista; mezcla contradictoria de líder marxista y guerrillero militarista

La voz del pueblo es la voz de Dios
GUADALAJARA, JALISCO (06/MAR/2013).- Hugo Chávez Frías fue un caudillo propio de la historia latinoamericana, un personaje construido a base de discursos y exaltaciones. Chávez fue una mezcla contradictoria entre un líder marxista, un guerrillero militarista latinoamericano y un nacionalista. Como señala Enrique Krauze en uno de los análisis biográficos mejor logrados de la formación política e ideológica de Hugo Chávez, el caudillo “disoció rápidamente la revolución de la democracia”. Chávez pudo ser muchas cosas, pero las reivindicaciones democráticas no formaron parte de su identidad política.

Oriundo de Sabaneta en la demarcación subnacional de Barinas, Chávez murió a los 58 años producto de un cáncer que lentamente carcomió su salud. Hijo de profesores, la educación de Chávez fue bastante y sólida y en preparatoria comenzó a trazar su camino cuando decidió unirse a las filas de la Academia Militar. En la educación castrense, destacó rápidamente por sus habilidades de mando, su pensamiento nacionalista y su disciplina. Por años en el entrenamiento militar, se adentró en los mundos de distintos pensadores nacionalistas, comunistas y soviéticos que al final marcaron su pensamiento. Su idea del poder siempre fue caudillista, por ello no es raro que ''El papel del hombre en la historia'', de Georgi Plejanov fuera uno de sus libros de cabecera.

Chávez ascendió al poder en un contexto bastante propicio para el caudillismo y el ejercicio gubernamental de corte populista. Tras más de dos décadas de presidencias marcadas por el entreguismo neoliberal y un sistema de partidos roto, el ascenso de Chávez significó la vuelta del nacionalismo político. Detrás de Chávez nunca se ofreció un proyecto democrático que buscara consolidar las estructuras ciudadanas o las instituciones políticas surgidas en Venezuela, sino que su plataforma se basó en lo que los teóricos han llamado un proyecto centralmente planificado, esa idea arraigada en algunos sistemas políticos, que concibe al tiempo como un flujo de episodios que pueden ser controlados por las instituciones políticas y obtener, a partir de regulaciones e intervenciones estatales, los resultados deseados desde el Gobierno. Programas sociales, nacionalizaciones, inversión en el sector petrolero y combate contra el analfabetismo, fueron ejes del Gobierno chavista durante más de una década. Sin embargo, no es posible explicar el fenómeno Chávez sin hacer alusión al golpe de Estado que comenzó a pavimentar su camino hacia el Palacio de Miraflores.

En 1992 Hugo Chávez encabezó una revuelta militar con el objetivo, al final fallido, de derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez. El propio Chávez dirigió la rebelión, que se terminó apagando justamente en su frente de Caracas.

Tras el fallido intento de Golpe de Estado, pasó dos años en la cárcel. Una década después, y tras haber conquistado la presidencia con un discurso donde aludía a la necesidad de recuperar un proyecto soberano, Chávez acusaría a la oligarquía nacional y a Estados Unidos de apoyar un golpe de Estado que buscó derrocarlo en su tercer año de Gobierno.

Tanto George Walker Bush como José María Aznar, presidentes de Estados Unidos y España en aquel 2002, reconocieron al Gobierno golpista en contra del consenso condenatorio de la comunidad internacional. Por algunas horas, el proyecto chavista parecía presa de las inestabilidad propia de los gobiernos latinoamericanos en la segunda parte del siglo XX. La retórica antiamericana de Chávez y su guerra contra la oligarquía venezolana, tomó otra dimensión a partir de ese hecho en particular. El fantasma del golpe de Estado fue un común denominador durante su mandato: sirvió como piedra de atracción que facilitó su ascenso a la silla presidencia y, por otro lado, también se convirtió en esa justificación que lo llevó a narrativas sumamente agresivas contra el imperio y las naciones centrales.

El nombre de Hugo Chávez volvió a la polémica tras las filtraciones del caso “WikiLeaks”, sobre el cáncer que desde 2011 lo aquejaba.

Informaciones liberadas por Wikileaks señalaron que el presidente venezolano estaba luchando cara a cara contra un cáncer que lentamente lo consumía.

En aquellos momentos sabíamos de sus males físicos, aunque la gravedad seguía siendo una incógnita.

FRASES


"No se meta conmigo, caballero, porque sale espinao".

Hugo Chávez,
a Vicente Fox Quesada, presidente de México, el 14de noviembre de 2005.

"Ayer el Diablo estuvo aquí. Huele a azufre todavía".

Hugo Chávez, el 20 de septiembre de 2006, en Naciones Unidas, refiriéndose a George W. Bush, presidente de Estados Unidos.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando