Internacional
Iraq sigue siendo un caos diez años después del 11 de septiembre
Violencia, luchas políticas y la endémica corrupción socavan la reconstrucción de Iraq
Desde que Sadam Husein fue derrocado por la coalición internacional encabezada por Estados Unidos, el país atravesó dos elecciones legislativas consideradas como democráticamente satisfactorias y la producción petrolera se reanudó, lo que garantiza ingresos apreciables.
Pero la violencia, a pesar de que decayó en los últimos cuatro años, dejó más de 100 mil muertos, y la clase política, insertada en un contexto marcado por las diferentes confesiones del islam, no deja de desgarrarse por la repartición de cargos ministeriales y la permanencia o no de las tropas estadounidenses.
"Es una historia con dos caras: en cuanto a la política, está estancada; en cuanto a la economía, gracias al petróleo, el futuro se anuncia más bien prometedor", analiza Ali al Safar, experto en el instituto Economist Intelligence Unit de Londres.
La invasión de Iraq, 18 meses después de los atentados en Estados Unidos, fue justificada por el expresidente estadounidense George W. Bush por la presencia de armas de destrucción masiva, justificación que resultó ser rápidamente fantasiosa. Y la guerra favoreció paradójicamente la implantación de Al Qaeda, como lo confiesan los mismos oficiales.
La violencia disminuyó claramente luego de alcanzar su cénit en 2006 y 2007, pero sigue siendo un desafío mayor, a pesar de que la influencia de Al Qaeda parece haber disminuido.
Entre 2005 y 2007 "Al Qaeda representaba una amenaza fundamental para el Estado", reconoce el general Jeffrey Buchanan, portavoz de las fuerzas estadounidenses en Iraq, interrogado por la AFP. "Está presente. Pero no representa más la amenaza existencial que representaba antes", añade.
Cuatro meses antes del retiro previsto para fines de 2011 de las tropas estadounidenses, las fuerzas de seguridad iraquíes sumaron efectivos y competencias. Pero aún no pueden garantizar la seguridad del espacio aéreo ni de las fronteras terrestres y marítimas del país.
El 3 de agosto los dirigentes iraquíes anunciaron que aceptaban negociar con Washington la permanencia de un contingente limitado de instructores estadounidenses luego de 2011, una decisión poco popular pero dictada por la necesidad.
Según el ejército estadounidense, una de las principales amenazas proviene hoy de grupos chiitas armados por Irán.
Pero gracias a esta relativa calma en el plano de la seguridad, las inversiones privadas empezaron a llegar. Para el periodo 2010-2014, la Comisión Nacional de Inversiones estima en 86 mil millones de dólares los capitales destinados a la construcción de viviendas e infraestructuras.
No obstante, "la corrupción es un freno mayor a las inversiones, el crecimiento y la creación de empleo", señala la ONU. Iraq es el cuarto país más corrupto del mundo, según la ONG Transparency International.
Otro de los desafíos es la gestión de los importantes yacimientos petrolíferos de la región de Kirkuk (norte), reivindicada por la provincia autónoma de Kurdistán, un tema considerado por Washington y responsables iraquíes como una de las más graves amenazas a largo plazo para la estabilidad del país.
Según las estimaciones Iraq dispone de las cuartas reservas mundiales de petróleo. La producción se reanudó y alcanza los 2.7 millones de barriles por día (mbd), lo que le garantiza al país una fuente de ingresos importante.
Bagdad cree posible alcanzar los 12.5 mbd en 2017, un objetivo del que duda el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para Alí al Safar, la perspectiva del tardío despegue económico no logra borrar la decepción que siguió el fin del régimen en 2003. Cuando cayó Sadam, "había un optimismo general", señala. "No sabíamos que habría atentados de Al Qaeda, una guerra religiosa, y que los políticos, que parecían tan cercanos cuando estaban en la oposición, se desgarrarían como lo hacen", explica.
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