Internacional

Exantus volvió a la vida luego de 11 días bajo escombros

El afortunado haitiano de 24 años fue liberado de las ruinas de un comercio tras ser localizado por un grupo de saqueadores

Exantus volvió a la vida luego de 11 días bajo escombros
PUERTO PRÍNCIPE, HAITÍ.- Creía que había pasado seis días sepultado y llevaba 11. Exantus Wismond, dependiente de un comercio de la calle Dessalines, salió con vida 11 días después de quedar enterrado bajo los tres pisos de un edificio que se vino abajo el 12 de enero.

Se trata de un joven de 24 años que estuvo sepultado en una cavidad formada por los bloques de hormigón del edificio que cayó sobre el comercio en el que trabajaba hasta ser rescatado ayer por un equipo de socorristas franceses, estadounidenses y griegos.

El rescate de Exantus duró aproximadamente siete horas, durante las cuales el equipo de socorristas tuvo que taladrar los bloques de hormigón y luego apuntalar el espacio donde se encontraba el joven para que no cayeran sobre él escombros.

El hombre fue transportado en una camilla hacia una ambulancia, mientras que la multitud aplaudía a los rescatistas.

“Me preguntó por todos los hermanos, por mi padre y mi madre, para saber si estaban bien. Yo le dije que sí, pero no le conté que nuestra casa se ha venido abajo”, cuenta Jean Pierre, el hermano “más querido” de Exantus, antes de añadir en inglés: “I am hungry” (tengo hambre).

El ahora afortunado haitiano fue localizado por un grupo de saqueadores que merodeaba en busca de mercancías para robar en los comercios que resultaron afectados por el sismo.

“Ha pasado algo extraordinario. Resistió durante once días lo cual es especialmente increíble”, comentó el embajador de Francia en Haití, Didier le  Bret, presente en el lugar de los hechos.

“Oficialmente el final de las tareas de rescate fue el viernes, pero como los bomberos son gente obstinada vinieron cuando los llamaron”, añadió el  diplomático francés.

El anuncio del rescate de este haitiano se produce después de que la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitario de la ONU anunciara en Ginebra que “la fase de búsqueda y de socorro” de supervivientes había terminado oficialmente el viernes. El Gobierno haitiano también hizo su anuncio al respecto, ayer.

Un portavoz de Naciones Unidas, Vicenzo Pugliese, precisó ayer en Puerto Príncipe que eso “no significa que se detengan las operaciones de búsqueda”.

En la capital haitiana se encuentran 62 equipos extranjeros de rescate y desde el sismo fueron sacadas con vida de los escombros 133 personas.

Los topos siguen por su cuenta

El Grupo Topos de México trabajaba en los escombros de lo que fue el hotel Montana en la búsqueda del cónsul de Guatemala, Daniel Vareseco y su hijo de cuatro años, quienes se encuentran atrapados en ese lugar, según informó uno de los elementos de esta agrupación vía telefónica.

Los Topos Mexicanos, luego del regreso de la mayoría de la delegación de la Misión México de búsqueda y rescate, han tenido que moverse con sus propios recursos y han acampado en parques y calles de Puerto Príncipe, donde han recibido la ayuda de haitianos y grupos de rescate de otras partes del mundo.

Hasta el momento los Topos han rescatado a más de 15 personas con vida en la capital haitiana y han creado la fama entre los rescatistas como “los invencibles”, por lo que grupos de rescate de Francia, Brasil y Argentina se han sumado a sus filas para seguir con la búsqueda.

FICHA TÉCNICA

Para saber

Apuntes de Puerto Príncipe


El balance de víctimas por el sismo que devastó la capital de Haití aumentó a 112 mil 226 muertos y 194 mil heridos, según nuevas cifras suministradas por autoridades haitianas ayer.

Habitantes de Haití, agobiados por la ausencia de ayuda gubernamental, increparon por primera vez al presidente René Preval, al término del homenaje póstumo al arzobispo Joseph Serge Miot.

El vigésimo cuarto cuerpo expedicionario de los marines y una unidad de intervención anfibia basada en Nassau (Bahamas) llegó a Haití, donde ya se  encuentran 13 mil soldados estadounidenses.

Tropas de LA ONU dispararon tiros al aire y lanzaron gases lacrimógenos para tratar de controlar a centenares de haitianos que protagonizaron disturbios durante la distribución de ayuda en Puerto Príncipe.

CRÓNICA

Los niños perdidos de Puerto Príncipe

PUERTO PRÍNCIPE.-
Stephanie tiene 20 años, un hijo de seis que no conoció a su padre y otro que está a punto de nacer y que correrá la misma suerte. Stephanie y su amiga Marie, madre también de dos niñas, están cocinando tortillas de harina y un poco de arroz junto a la reja que delimita su campo de refugiados, situado en el jardín de una mansión derruida del barrio de Petionville. La harina es de trigo, de la marca Blanquita, y la trajo hasta aquí el miércoles un camión dominicano de ayuda humanitaria.

El arroz lo repartieron el viernes los norteamericanos del desembarco, en unos sacos de tela con los colores de su bandera. Pero ni Stephanie ni Marie hablan de su hambre ni de las heridas de sus hijos, ni siquiera de los familiares --cinco entre las dos-- que yacen ahora entre los escombros de las casas que habitaban. De lo único que hablan es de Antoine, un crío de cuatro años que desapareció del campamento hace dos días.

-- ¿Quién se lo llevó?
-- Un blanco.

Es lo único que Stephanie o Marie saben del salvador o tal vez del raptor de Antoine. Del hombre blanco que lo metió en un coche de Unicef para llevarlo a un campamento y alimentarlo y cuidarlo y buscar a sus padres.

O --no lo quiera el destino-- del hombre blanco que, valiéndose de su color de piel y del desbarajuste que reina en Haití, lo sacó del campamento el jueves pasado y se lo llevó Dios sabe dónde.

Porque el Unicef, y también Stephanie y Marie, sospechan que se están colando redes de traficantes de niños.

Sus víctimas son los niños a los que el terremoto dejó solos, desorientados, tal vez heridos. Como Antoine.

Aunque Stephanie y Marie tardaron algún tiempo en darse cuenta. “Ya estaba aquí cuando nosotras llegamos”, explica Stephanie, “y empezó a jugar con nuestros hijos. Pensamos que sus padres estaban entre una de esas familias vecinas. Fíjese cuántos niños hay aquí. Pero al día siguiente nos dimos cuenta de que estaba solo. Le preguntamos por sus padres y dijo que no sabía. Al poco llegó por aquí un señor repartiendo comida y preguntando si había niños solos. Le señalamos a Antonie y se lo llevó. Al principio pensamos que para ayudarlo, pero ahora ya no sabemos...”.

Sobre todo después de que unos voluntarios de la Cruz Roja que recorrieron el campo en un todoterreno destartalado avisaran a las madres que no perdieran de vista a sus hijos... En ningún momento. Ojalá que a Antoine no se lo llevara “un blanco malo”, en expresión de Marie, sino uno bueno. Existe la posibilidad de que su situación esté descrita a lo largo de los párrafos siguientes.

En uno de los hospitales que ha habilitado la misión de paz de Naciones Unidas con tiendas de campaña se encuentra una niña de dos años. Tiene parálisis cerebral y llegó al hospital deshidratada y en estado de conmoción. Está tumbada en la camilla, llorando y sola. No tiene heridas graves y se podría ir a casa, pero nadie sabe cómo se llama ni por dónde empezar a buscar a su familia. Sólo tiene un papel a sus pies que dice “niña”.

En el mismo hospital se encuentra Sean, de siete años, que llegó gritando al hospital y estuvo 12 horas en posición fetal. Dicen las enfermeras que cuenta que sus padres están muertos. Sean sólo tiene arañazos y ahora camina y habla con los otros heridos. Sin embargo, los doctores no le quieren dar el alta sin saber adónde irá y quién se encargará de él.

Puede haber cientos, posiblemente miles, de niños en la misma situación en Puerto Príncipe, vagando por las calles o en los hospitales, sin agua, sin comida y sin protección. Aunque estos niños no estén físicamente heridos, han sufrido un trauma psicológico que les afectará el resto de la vida.

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