Internacional
Estudiantes chilenos protagonizan marchas multitudinarias
Cerca de 15 mil personas desafiaron a las autoridades, que habían prohibido el recorrido solicitado e iniciaron la marcha desde la plaza Italia
Unas 15 mil personas, según la Intendencia, y 100 mil, según los organizadores, se manifestaron por la principal avenida de la capital, mientras las marchas se replicaron en otras ciudades, como Valparaíso, Osorno, Puerto Montt, Concepción, La Serena y Antofagasta.
En Santiago, los jóvenes desafiaron a las autoridades, que habían prohibido el recorrido solicitado e iniciaron la marcha desde la plaza Italia, tal como lo hicieron el 16 y 30 de junio, días en que reunieron a unas 80 mil personas.
Como otras celebradas desde mediados de mayo, la protesta se desarrolló con un carácter festivo, pero hacia el final comenzaron los disturbios, sin que se conozcan aún cifras de detenidos.
El presidente Sebastián Piñera volvió a pedir hoy que se depongan las movilizaciones: "Estoy convencido de que llegó el momento de terminar con la violencia, las tomas y los paros que tanta destrucción y daño han alcanzado", señaló durante una actividad pública.
La manifestación fue convocada por el Colegio de Profesores y los universitarios, que exigen una reforma al sistema impuesto por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que redujo la aportación estatal a las instituciones públicas y abrió la educación al sector privado.
Los gobiernos de la Concertación (1990-2010) introdujeron algunas reformas, pero el núcleo del sistema permanece intacto, y provoca que los alumnos de educación superior, un millón en la actualidad, tengan que recurrir a becas y a créditos para financiar sus estudios.
Los jóvenes comenzaron hace dos meses a exigir un cambio de sistema y, en respuesta a esas demandas, Piñera anunció la semana pasada un Gran Acuerdo Nacional por la Educación (GANE), que beneficiaría a 720 mil alumnos hasta 2014.
Ese plan estará dotado de un fondo de cuatro mil millones de dólares y contempla aumentar las becas, rebajar la tasa de interés de los créditos de los estudiantes y reprogramar las deudas de unos 110 mil alumnos morosos.
Las protestas han provocado una caída de la popularidad de Piñera en las encuestas, hasta el 31 por ciento en junio, el peor nivel de su mandato, y también de su ministro de Educación, Joaquín Lavín, cuya valoración se desplomó del 70 por ciento al 46 por ciento en un mes.
Tras dejar el conflicto en manos de su ministro, Piñera asumió esta semana un mayor protagonismo y se reunió con los rectores de universidades públicas y privadas, que aplaudieron varios aspectos de su plan.
En cambio, los estudiantes lo rechazaron, al considerar que no fortalece la educación pública y aunque la norma establece que las universidades son corporaciones sin fines de lucro, en la práctica obtienen ventajas tributarias, subsidios y, en ocasiones, beneficios procedentes de negocios montados gracias a subterfugios legales.
La propuesta del Gobierno "omite cómo vamos a fortalecer una educación pública de calidad financiada por el Estado y deja abierto el camino al lucro", dijo el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, Giorgio Jackson.
El dirigente insistió en lograr "un cambio absoluto en el esquema de financiamiento", ya que, según dijo, por cada peso que entrega el Estado para pagar la educación superior, las familias aportan seis.
Los estudiantes aseguran que el Estado chileno destina solo el 0.4 por ciento del Producto Interior Bruto a educación superior, frente al seis y siete por ciento recomendado por la Unesco y según Jackson, la confianza con el Gobierno "está rota".
A la marcha también acudieron muchos estudiantes de secundaria, que desde hace semanas mantienen ocupados decenas de colegios para pedir más recursos, una rebaja permanente en el pasaje de transporte público y la reconstrucción de liceos dañados por el terremoto. Exigen además que la administración de los colegios pase de los municipios al Estado para que se repartan mejor los recursos.
Los estudiantes de secundaria, cuyos uniformes les han valido el apelativo de "pingüinos", protagonizaron en 2006 la llamada "revolución pingüina", que puso contra las cuerdas al Gobierno de la entonces presidenta Michelle Bachelet.
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