Internacional
Escocia acepta un histórico referendo
Los escoceses podrán votar si quieren la independencia de Inglaterra
El viaje de Escocia hacia la soberanía se hace eco de otras regiones europeas como Cataluña y Flandes en un momento en que una Unión Europea afectada por la crisis padece cambios profundos en su identidad.
Firmado en la capital escocesa, Edimburgo, el acuerdo para el referendo permite a Escocia realizar una votación popular sobre si su nación debe convertirse en un país independiente o prolongar su pertenencia de 305 años al Reino Unido.
"Es un día histórico para Escocia", dijo un notablemente emocionado Salmond después de firmar el acuerdo con Cameron. "¿Si creo que podemos ganar esta campaña? Sí, lo creo", agregó.
Cameron se opone a la separación, argumentando que Reino Unido es más fuerte unido, y los sondeos dan un apoyo de entre el 30 y el 40 por ciento a la opción de la independencia.
Escocia e Inglaterra comparten monarca desde 1603 y han estado bajo el gobierno de un único parlamento en Londres desde 1707. En 1999, por primera vez, se creó un parlamento descentralizado tras un referéndum.
Los nacionalistas han programado la votación para que coincida con el 700 aniversario de la Batalla de Bannockburn, cuando las fuerzas escocesas lideradas por Robert the Bruce derrotaron a los invasores ingleses.
Escocia ya tiene muchas de las características de una nación
independiente, como su propia bandera, sistema legal, selecciones deportivas, así como una identidad nacional característica, tras siglos de rivalidad con su vecino del sur.
Dificultades económicas
Londres argumenta que con la independencia, Escocia -donde residen unos cinco millones de personas- tendría dificultades para cumplir sus metas, ya que el grueso de su financiación procede de una concesión de 30.000 millones de libras (unos 37.000 millones de euros) del Gobierno de Reino Unido.
Pero uno de los asuntos más contenciosos es la propiedad de unos 20 millones de barriles de petróleo y de reservas de gas bajo la parte británica del Mar del Norte.
Reino Unido también está preocupado por el futuro de su flota nuclear submarina basada en Escocia, que dice que no quiere armas atómicas en su territorio tras la independencia. Trasladar la flota a otro lugar sería costoso y llevaría tiempo.
"La independencia consiste en que Escocia abandone Reino Unido, se convierta en un estado separado, asumiendo todas las cargas y riesgos que van con eso y perdiendo los beneficios y oportunidades que tenemos como parte de Reino Unido", dijo el secretario del Estado británico para Escocia, Michael Moore, a la BBC en la víspera de la reunión en Edimburgo.
"Cuando miramos a la economía, a defensa, a nuestro lugar en el mundo, a todos esos grandes asuntos, la gente de Escocia continuará apoyando que Escocia esté en Reino Unido", afirmó.
Muchos escoceses tampoco están convencidos. Sondeos de opinión muestran que solo entre el 30 y el 40 por ciento de ellos están a favor de la medida, una cifra que ha cambiado poco mientras las negociaciones se intensificaron.
Para convencer a los indecisos, Salmond está utilizando su capacidad como orador para sacar provecho de una histórica rivalidad con Inglaterra y mostrar que la independencia permitiría a su país tener una agenda con más tendencia de izquierda que su vecino del sur.
Además, el líder escocés obtuvo una importante concesión de Londres para que su país disminuya la edad de votación de los 18 años exigidos en Gran Bretaña a 16 años, un gran logro para Salmond, que cree que los jóvenes probablemente voten a favor de la independencia.
En Londres, el debate en torno al destino de Escocia no captó la atención de la gente en un momento en el que muchos están preocupados por recortes presupuestarios y un desempleo cada vez más profundos.
Hablando con periodistas tras la firma del acuerdo, Cameron argumentó que Gran Bretaña sería más fuerte si se mantenía unida.
Síguenos en