Internacional
Enfrenta Lugo complejo panorama político y creciente disconformidad
Lugo entró al poder en agosto del año pasado
En las calles de la capital paraguaya se respira insatisfacción a casi un año de la salida del poder del Partido Colorado, que rigió los destinos de este país sin mayor contrapeso por más de seis décadas y que realiza por estos días se encuentra en la oposición.
En agosto de 2008, en Asunción se respiraba un aire de cambio y esperanza y miles de paraguayos festejaban en las calles la llegada al poder de Lugo, quien ganó las elecciones presidenciales de abril de ese año con 40.8 por ciento de los votos.
Por estos días, en cambio, el clima se vincula con la desesperanza y una notoria inquietud por la ausencia de cambios visibles en la administración del Estado, como un combate 'a fondo' a la corrupción, uno de los principales problemas de este país.
El empleado Oscar Jiménez, que todos los días recorre la capital paraguaya en trámites burocráticos, dijo que 'hasta el momento no estamos viendo variar nada, muy poco todavía, no sé si le faltará un poco de tiempo'.
'Por lo que se está viendo, no, no hay nada todavía en cuanto a cambios. Los paraguayos votamos por un cambio profundo en el país, pero aún no vemos nada, las cosas siguen igual, todo está tal como lo dejó el Partido Colorado', apuntó.
La dueña de casa Angélica González, en tanto, mantiene la fe y esperanza en el mandatario, quien en las últimas semanas vio remecida su vida al tener que aceptar que era padre de un niño de dos años fruto de una relación con una mujer pese a que era obispo.
'Tenemos mucha fe y esperanza por él (Lugo), pero hasta ahora no vemos nada, ojalá que se pueda solucionar en algún momento para que pueda nuestro país salir adelante', señaló González con un cauteloso optimismo.
En la vereda del frente, en tanto, se encuentran los paraguayos que comprenden la dura tarea que tiene por delante el presidente tras las seis décadas de gobiernos colorados, partido que aún tiene a gran parte de sus militantes en la administración pública.
Eligio Jiménez, deportista, aseguró que 'tenemos que darle tiempo (a Lugo), dale unos seis meses', en tanto que Alfredo Cuevas señaló que 'para un año (en el poder), es poco lo que podemos decir, cambió o no cambió, no podemos decir nada en un año'.
Pacientes o no, la mayoría de los paraguayos coincide que los cambios prometidos por Lugo en su campaña presidencial aún se encuentran pendientes y siguen viviendo en el mismo país de siempre, excepto que en el poder, en vez de un colorado, está un ex sacerdote.
Una de las principales exigencias de los paraguayos a su gobierno es un combate 'a fondo' a la corrupción, gracias a la cual se enriquecieron muchos simpatizantes y miembros del Partido Colorado mientras esa colectividad estuvo en el poder por más de seis décadas.
Pero la realidad de Paraguay en este momento es otra ya que, si bien se produjeron cambios en la alta administración del Estado, muchos de los mandos medios siguen en sus puestos y contribuyen a que los niveles de corrupción se mantengan.
Algunas entidades han sido 'limpiadas' por el gobierno de Lugo de funcionarios que vivían de la corrupción, pero otras, al parecer aún son 'intocables' y algunos de sus directivos seguirían enriqueciéndose con recursos públicos.
Pero Lugo, además de preocuparse por la desesperanza de los paraguayos ansiosos de cambios y por las demandas de paternidad, ahora también deberá centrar su atención en un prometido juicio político, el cual incluso podría sacarlo del poder.
Uno de los problemas del mandatario es que ni siquiera con la alianza que lo llevó al poder, la cual carece de mayoría en el Congreso, puede sentirse confiado para llevar adelante sus planes de gobierno.
La lejanía y diferencias que tiene Lugo con el vicepresidente Federico Franco, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), son notorias, lo que alienta la posibilidad que se conforme una nueva alianza en el Congreso que abogue por la salida del jefe de Estado.
De esta forma, el ex obispo católico paraguayo cumplirá en agosto próximo un año en el poder sin haber satisfecho las expectativas de sus compatriotas y con el riesgo patente de ser objeto de un juicio político que complique su futuro.
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