Internacional
El Papa denuncia la 'gran mentira' que lleva a la eutanasia
El Pontífice lamenta que, a veces, el mundo actual olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo
En su mensaje anual por la Jornada Mundial del Enfermo, difundido este día por El Vaticano, no utilizó explícitamente la palabra eutanasia pero hizo referencia a las actitudes que conducen justamente a la aplicación de esa práctica.
Invocó "la gracia de comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro afecto, se sienten más amados y consolados".
"En cambio, qué gran mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la 'calidad de vida', para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas", agregó.
En su texto, titulado "Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies", destacó que muchos cristianos en la actualidad están junto a los enfermos que tienen necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para lavarse, para vestirse y para alimentarse.
Reconoció que ese servicio, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y pesado porque es relativamente fácil servir por algunos días, pero es difícil cuidar de una persona durante meses o incluso durante años, incluso cuando ella ya no es capaz de agradecer.
El Papa lamentó que, a veces, el mundo actual olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque las personas están apremiadas por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y se olvidan de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse y del hacerse cargo del otro.
Advirtió que, detrás de esa actitud, existe con frecuencia una fe tibia y por ello recordó "la absoluta prioridad de la salida de sí hacia el otro" como uno de los "mandamientos principales" para los católicos.
Además instó a todos a ''¡ser solidarios con el hermano sin juzgarlo!" porque la caridad lleva su tiempo para curar a los enfermos, tiempo para visitarles y para estar junto a ellos.
"La caridad verdadera es participación que no juzga, que no pretende convertir al otro; es libre de aquella falsa humildad que en el fondo busca la aprobación y se complace del bien hecho", apuntó.
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