Internacional

Determinan como irreversible, el resultado electoral en Honduras

Aseguran que los resultados no van a variar, aunque aún no proclaman a un ganador

TEGUCIGALPA, HONDURAS (25/NOV/2013).- El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras anunció este lunes que es "irreversible" el resultado de la elección presidencial que da la victoria al derechista Juan Orlando Hernández con un 34.08 por ciento de los votos contra 28.92 por ciento de la izquierdista Xiomara Castro, escrutado el 67 por ciento de las mesas electorales.

"El resultado es contundente. Las cifras que hemos dado reflejan una tendencia que es irreversible. Los resultados no van a variar", declaró el magistrado David Matamoros, presidente del TSE, quien sin embargo aclaró que no estaba proclamando un ganador.

En cadena nacional de radio y televisión, Matomoros señaló que este lunes los magistrados se reunieron con dirigentes de partidos políticos -que no precisó- y habían logrado "resolver muchas inconsistencias" en las actas.

Castro, esposa del derrocado mandatario Manuel Zelaya, rechaza los informes del TSE por considerar que hay "serias inconsistencias" en un 20 por ciento de las actas electorales (unos 400 mil votos) a través de la "transmisión irregular de resultados".

Aunque el TSE aún no proclamó un ganador, Hernández, abogado de 45 años, se declaró triunfador la noche del domingo y este lunes nombró una comisión para preparar el traspaso de poderes en enero.

El análisis

“La ecuación catracha”


Mtro. Orestes
E. Díaz Rodríguez, (diazrguez@hotmail.com)

Aunque las expectativas por el posible retorno del ex mandatario Manuel Zelaya centraron la atención de los comicios hondureños,  su trascendencia descansaba en otro pilar, la posibilidad de que cicatrizara la fractura abierta tras los sucesos de 2009.

Si algo exige la realidad de Honduras es que la clase política de forma consensuada trabaje, sin pérdida de tiempo y energías, en superar los efectos combinados de la violencia, la pobreza y la desigualdad social. Pero como suele ocurrir, mientras más desastrosa es la situación económica- social de una nación menos responsable es la conducta de sus líderes políticos.

Por sí solo el diseño presidencial es un obstáculo apreciable si se trata de introducir mejoras o cambios en el status quo. Esa condición se exacerba cuando los vientos dominantes entre los actores políticos son de confrontación. Independientemente de quien resulte finalmente ganador, ese es el escenario que arroja la elección catracha. “Los ganadores” tendrán que dilapidar valiosos recursos en legitimarse y encontrarán una resistencia visceral ante cualquier iniciativa de política pública. En tal escenario, los únicos vencedores son los males que urge combatir. Honduras se hunde como ya lo hace Haití. Sin remedio. Con la única diferencia que, esta vez, el agujero negro se encuentra en la masa continental, demasiado cerca de otros países que sienten la tentación de ser arrastrados.

Las encuestas nunca fueron un termómetro real sobre la voluntad del votante. No podían serlo  donde no hay respeto por la vida y mucho menos por las instituciones. La única esperanza residía en que milagrosamente la crisis de un proyecto hegemónico y la polarización electoral no tuviera su desenlace natural. Pero eso no sucedió.  Los resultados electorales no son reconocidos por actores clave de la competencia.

La diferencia entre lo que aconteció después de 2009 y ahora es que “ganadores y  perjudicados” se encuentran por primera vez dentro de las estructuras legales de la política. El proyecto hegemónico encarnado por los partidos tradicionales, podía haber quedado aislado o colapsado de haber insistido en que las cosas fueran de otra manera. Y ahora que están todos dentro del juego cuyas reglas existe la sospecha de que no se respetan, lo único que puede ayudar es que  el árbitro sea trasparente y confiable. Sin esa condición, al agujero negro le será menos difícil su trabajo, a  no ser que otra  misión de naciones unidas logre apenas ralentizar los efectos de su descomunal fuerza de atracción.
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