Internacional
Conflicto centroafricano amenaza el futuro de los niños en la región
Los conflictos se concentran en Camerún, Chad, República Democrática del Congo y el Congo
El conflicto sectario centroafricano ha obligado a huir a los países vecinos a centenares de miles de personas, muchos de ellos niños que luchan por recuperar su infancia en una región donde la crisis humanitaria es estructural.
El corazón del continente africano ya albergaba a algunos de los países más pobres y volátiles del planeta antes de que estallara la violencia en República Centroafricana, a finales de 2013, cuando grupos de autodefensa supuestamente cristianos, los "Anti-Balaka", y los rebeldes del Séléka iniciaron un fuego cruzado que continúa hoy en día.
Desde entonces, un río de mujeres y niños ha llegado a Camerún, Chad, República Democrática del Congo y Congo huyendo del infierno centroafricano, y con ello han agravado sus carencias crónicas, como la falta de alimento y de estructuras educativas y sanitarias.
"Es la gota que colma el vaso", admite Pablo De Pascual, especialista de Emergencias de Unicef para África Central, tras una nueva visita a República Centroafricana.
Desde la sede regional en Dakar, De Pascual y su equipo intentan encajar las piezas de una "crisis compleja" que ha generado 557 mil desplazados internos en República Centroafricana (el 12 % de la población) y 283 mil refugiados en los países vecinos, según datos de la agencia de la ONU.
"Los refugiados no son su único problema. Son países con problemas crónicos, con picos de urgencia a lo largo del año", explica en conversación telefónica el experto de Unicef.
Las comunidades de acogida están sintiendo la presión de los refugiados, con quienes están compartiendo comida, medicamentos, colegios y hospitales desde diciembre de 2013.
Aunque las grandes avalanchas de población han cesado y se han mitigado las tensiones, los actores humanitarios lidian con una crisis sin fecha de caducidad en el centro del continente. El entramado asistencial establecido en la región procura ofrecer "un paquete de ayuda consistente" con una preocupación fundamental: recuperar la infancia perdida de República Centroafricana.
Más de 10 mil niños han sido forzados a convertirse en soldados por milicias desde finales de 2013, y Unicef espera recatar a tres mil 500 este año. Llegarán con secuelas, traumatizados y tras haber perdido "todos los referentes de una vida normal", explica De Pascual.
En centros o familias de acogida, los menores pueden "purgar parte del sufrimiento que han experimentado", mientras los socios humanitarios buscan a sus familias.
Los niños-soldado no son los únicos que no han ido al colegio estos dos años, ya que solo el 40 % de las escuelas funcionan en el país, aunque ahora Unicef pretende traer de vuelta a las aulas a 300 mil escolares.
En los países vecinos, se están creando espacios temporales de aprendizaje y se han desplazado profesores, aunque a largo plazo se intentará integrar a los menores centroafricanos en los sistemas educativos nacionales.
La malnutrición es otra de las amenazas para la infancia en la región, pero sobre todo en República Centroafricana, donde las familias desplazadas han perdido sus tierras, su principal medio de subsistencia. "Más allá del sufrimiento físico del menor, la malnutrición tiene un gran impacto en el desarrollo de un pueblo, que va a tener problemas de aprendizaje y cuya esperanza de vida se va a reducir", advierte.
Unicef quiere recaudar 74 millones de dólares para atender las necesidades de los niños centroafricanos durante 2015, sin muchas pistas sobre cómo evolucionará la situación en el país.
Hay quienes, como Hawa, ya ni se plantean que vaya a mejorar. "Nos mudamos a República Centroafricana cuando era una niña, pero nunca volveré", asegura desde Chad, el país de donde procedían sus antepasados y que décadas después la ha vuelto a acoger.
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