Internacional
Cierran centros votación en Honduras; policía aplaca protesta
El único incidente reportado hasta el cierre de la jornada electoral fue una manifestación de simpatizantes de Manuel Zelaya
Honduras después del
golpe de Estado de junio.
El único incidente reportado hasta el cierre de la jornada electoral fue una manifestación de un millar de simpatizantes del presidente derrocado Manuel Zelaya, la cual fue disuelta con gases lacrimógenos y chorros de agua a presión en San Pedro Sula, la segunda ciudad del país, a unos 180 kilómetros al noroeste de Tegucigalpa. Estaba prohibido realizar actividades de este tipo durante las elecciones.
Con la misión de dispersarlos, las autoridades lanzaron el agua y los gases, y algunos manifestantes contraatacaron lanzando objetos contundentes. En el choque un camarógrafo de prensa recibió una pedrada en la cabeza y al menos otra persona tenía manchas de sangre en la ropa, constató la AP.
El favorito de las encuestas, Porfirio Lobo, candidato del Partido Nacional, votó en su ciudad natal de Juticalpa, una localidad ubicada a 125 kilómetros al este de la capital. Elvin Santos, candidato presidencial del Partido Liberal, votó en Tegucigalpa.
Con los comicios, el gobierno de facto espera zanjar la crisis política desatada por el derrocamiento de Zelaya el 28 de junio. Pero el líder depuesto llamó a la población a abstenerse de votar por considerar el proceso electoral ilegítimo.
“Tiene que repetirse el proceso electoral. Estados Unidos (cuyo gobierno lo avaló) tiene que rectificar... tiene que darse cuenta de que el proceso debe ser anulado”, dijo Zelaya en entrevista con la AP desde la embajada de Brasil, donde está confinado desde el 21 de septiembre tras volver al país subrepticiamente.
Al momento de cerrar las urnas, Zelaya emitió un comunicado en que sostuvo que con base en información ``estadística, técnica y científica de más de 1.400 puntos en los departamentos que representan el 80% de la población, el abstencionismo oscila en el 65%''.
De esa cuenta, dijo, “como presidente de los hondureños declaro este proceso ilégitimo y debe ser anulado y reprogramado en un estado de derecho”.
Las elecciones comenzaron oficialmente a las 7 de la mañana. La percepción en los centros de votación era que la participación era escasa, aunque las autoridades decían lo contrario.
El Tribunal Supremo Electoral decidió extender una hora el horario de la jornada electoral y cerrar los centros de votación a las 5 de la tarde.
“Esto está lento, muy lento. La elección pasada, el movimiento de personas fue mucho más, sobre todo en la mañana”, dijo a la AP Nereida Osorio, presidenta de una mesa en Hato del Medio, un barrio pobre de esta capital.
Horas antes de ampliar el horario de votaciones, el magistrado electoral Denis Gómez estimó que “hay una buena proyección, vemos buena afluencia” de votantes.
El presidente de facto Roberto Micheletti llamó a la población a acudir de forma masiva a las urnas instaladas en 5.370 centros de votación.
“No tengamos miedo, porque hay garantías de las fuerzas armadas, los reservistas y los policías. Protección para todos”, dijo Micheletti momentos después de votar.
Unos 16.000 militares, 14.000 policías y un contingente de 5.000 reservistas velaron por la seguridad en los comicios. Hasta el incidente en San Pedro Sula, la jornada pareció transcurrir con normalidad. En Tegucigalpa se observaron caravanas con banderas y fotografías de los candidatos recorriendo las calles con bullicio.
El 2 de diciembre el Congreso debatirá si reinstala a Zelaya en el poder, ante lo cual el gobernante depuesto advirtió que de darse así, “no acepto la restitución. Sería avalar el golpe de Estado y la farsa electoral, sería perder mi dignidad y mi honor, que es lo que me queda en esta vida”.
El Tribunal Supremo Electoral registró más de 500 observadores internacionales, pero estuvieron ausentes misiones de observación de la Organización de los Estados Americanos y la Unión Europea que tradicionalmente verifican los procesos electorales en la región.
Estados Unidos, Perú y Costa Rica dijeron que si las votaciones se efectúan de una forma transparente y creíble, reconocerían los resultados. Otros países, como Ecuador, Uruguay, Brasil y varios más, rechazaron avalar el proceso.
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Los centros de votación cerraron sin que se observaran electores esperando para sufragar en unos comicios que algunos ven como la salida a la crisis política en que quedó
El único incidente reportado hasta el cierre de la jornada electoral fue una manifestación de un millar de simpatizantes del presidente derrocado Manuel Zelaya, la cual fue disuelta con gases lacrimógenos y chorros de agua a presión en San Pedro Sula, la segunda ciudad del país, a unos 180 kilómetros al noroeste de Tegucigalpa. Estaba prohibido realizar actividades de este tipo durante las elecciones.
Con la misión de dispersarlos, las autoridades lanzaron el agua y los gases, y algunos manifestantes contraatacaron lanzando objetos contundentes. En el choque un camarógrafo de prensa recibió una pedrada en la cabeza y al menos otra persona tenía manchas de sangre en la ropa, constató la AP.
El favorito de las encuestas, Porfirio Lobo, candidato del Partido Nacional, votó en su ciudad natal de Juticalpa, una localidad ubicada a 125 kilómetros al este de la capital. Elvin Santos, candidato presidencial del Partido Liberal, votó en Tegucigalpa.
Con los comicios, el gobierno de facto espera zanjar la crisis política desatada por el derrocamiento de Zelaya el 28 de junio. Pero el líder depuesto llamó a la población a abstenerse de votar por considerar el proceso electoral ilegítimo.
“Tiene que repetirse el proceso electoral. Estados Unidos (cuyo gobierno lo avaló) tiene que rectificar... tiene que darse cuenta de que el proceso debe ser anulado”, dijo Zelaya en entrevista con la AP desde la embajada de Brasil, donde está confinado desde el 21 de septiembre tras volver al país subrepticiamente.
Al momento de cerrar las urnas, Zelaya emitió un comunicado en que sostuvo que con base en información ``estadística, técnica y científica de más de 1.400 puntos en los departamentos que representan el 80% de la población, el abstencionismo oscila en el 65%''.
De esa cuenta, dijo, “como presidente de los hondureños declaro este proceso ilégitimo y debe ser anulado y reprogramado en un estado de derecho”.
Las elecciones comenzaron oficialmente a las 7 de la mañana. La percepción en los centros de votación era que la participación era escasa, aunque las autoridades decían lo contrario.
El Tribunal Supremo Electoral decidió extender una hora el horario de la jornada electoral y cerrar los centros de votación a las 5 de la tarde.
“Esto está lento, muy lento. La elección pasada, el movimiento de personas fue mucho más, sobre todo en la mañana”, dijo a la AP Nereida Osorio, presidenta de una mesa en Hato del Medio, un barrio pobre de esta capital.
Horas antes de ampliar el horario de votaciones, el magistrado electoral Denis Gómez estimó que “hay una buena proyección, vemos buena afluencia” de votantes.
El presidente de facto Roberto Micheletti llamó a la población a acudir de forma masiva a las urnas instaladas en 5.370 centros de votación.
“No tengamos miedo, porque hay garantías de las fuerzas armadas, los reservistas y los policías. Protección para todos”, dijo Micheletti momentos después de votar.
Unos 16.000 militares, 14.000 policías y un contingente de 5.000 reservistas velaron por la seguridad en los comicios. Hasta el incidente en San Pedro Sula, la jornada pareció transcurrir con normalidad. En Tegucigalpa se observaron caravanas con banderas y fotografías de los candidatos recorriendo las calles con bullicio.
El 2 de diciembre el Congreso debatirá si reinstala a Zelaya en el poder, ante lo cual el gobernante depuesto advirtió que de darse así, “no acepto la restitución. Sería avalar el golpe de Estado y la farsa electoral, sería perder mi dignidad y mi honor, que es lo que me queda en esta vida”.
El Tribunal Supremo Electoral registró más de 500 observadores internacionales, pero estuvieron ausentes misiones de observación de la Organización de los Estados Americanos y la Unión Europea que tradicionalmente verifican los procesos electorales en la región.
Estados Unidos, Perú y Costa Rica dijeron que si las votaciones se efectúan de una forma transparente y creíble, reconocerían los resultados. Otros países, como Ecuador, Uruguay, Brasil y varios más, rechazaron avalar el proceso.
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