Internacional
Chilenos reciben ayuda bajo fuerte vigilancia militar
Las ciudades devastadas se preparan para su cuarta noche bajo el toque de queda en un ambiente de inseguridad
más de 800 muertos.
La presidenta Michelle Bachelet reconoció que el sismo y el tsunami, que dejaron un saldo de 802 muertos según un último balance, generaron un daño generalizado en el sector productivo, afectando duramente la agricultura, el comercio, el turismo, la minería, la industria y la construcción del país.
La preocupación se concentraba ahora en las zonas costeras, donde el tsunami que siguió al sismo de magnitud 8.8 generó más estragos y la mayor cantidad de víctimas.
Toneladas de provisiones comenzaron a ser repartidas en Concepción, ciudad de medio millón de habitantes 500 km al sur de Santiago, bajo rigurosa vigilancia, tras cuatro días de desesperados reclamos por agua y alimentos.
Las autoridades debieron desplazar 14 mil militares a esa ciudad, azotada poco después del sismo por una ola de saqueos y pillajes, que luego se extendieron a otras regiones.
También abrieron algunos supermercados, ante los que se formaron extensas filas.
"Lo que le alcance en los brazos, es lo que pueden comprar. No corran. Van a entrar de 15 en 15", dice un operario de un supermercado, quien precisa que cada persona sólo se llevará lo que le quepa en las manos.
La alegría de quienes salen de comprar es visible. Un hombre de lentes y cabellos largos y pinta de rockero sale sonriente con leche.
"La red de distribución está operativa y el grueso de la ayuda comienza a llegar", dijo Carmen Fernández, directora de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi).
Concepción volvió a vivir escenas de pánico luego de que la policía difundiera una alerta de tsunami tras dos potentes réplicas, lo que fue descartado más tarde por la Onemi.
Esto en medio de una polémica que involucra a la presidenta Michelle Bachelet, a la Marina y a la Onemi por la una serie de órdenes y contraórdenes tras el potente terremoto del sábado, entre ellos al haber descartado inicialmente la alerta del tsunami que luego devastó varios pueblos costeros.
"Fuimos poco claros en la información que le entregamos, no fuimos lo suficientemente precisos para decir a la presidenta se mantiene o se cancela la alarma de tsunami. Hubo titubeo por parte nuestra", reconoció el martes un oficial de la Marina.
Concepción cumple su cuarta noche de toque de queda para evitar que se repitan escenas de violencia. La medida de excepción rige también en otros seis municipios: Talca, Cauquenes, Constitución, Curicó, Molina y Sagrada Familia.
Así Concepción se convirtió en zona de guerra, con tanquetas custodiando lugares estratégicos, mientras patrullas con soldados con armas en ristre recorrían sus calles.
Incluso los vecinos se vieron obligados a unirse en grupos de autodefensa.
"Decidimos organizarnos para defendernos", dice un hombre que fuma al pie de una fogata en un suburbio.
Un paramédico comenta que en las villas donde viven militares retirados se ha sugerido a los jefes de familia "dormir con las armas al alcance".
Localidades cercanas a la ciudad, como el puerto de Talcahuano, afectado por un tsunami, viven en penumbras y quedaron expuestas al pillaje.
Si Concepción daba la sensación de aislamiento, la situación parece más crítica en los balnearios de la costa del sur-centro de Chile donde el maremoto se abatió con toda su fuerza.
Pulluhue, Cobquecura, Dichato, Constitución... son los poblados arrasados por la fuerza del agua, y donde más hay desaparecidos. La ayuda también llegó allí, pero no logra mitigar la sensación del horror vivido.
CONCEPCION, CHILE.- Bajo la mirada de miles de soldados, la ayuda alimentaria llegó por fin a las zonas devastadas, desactivando así una explosiva situación que se tradujo en violencia y saqueos tras el sismo y tsunami que asolaron Chile, con un saldo de
La presidenta Michelle Bachelet reconoció que el sismo y el tsunami, que dejaron un saldo de 802 muertos según un último balance, generaron un daño generalizado en el sector productivo, afectando duramente la agricultura, el comercio, el turismo, la minería, la industria y la construcción del país.
La preocupación se concentraba ahora en las zonas costeras, donde el tsunami que siguió al sismo de magnitud 8.8 generó más estragos y la mayor cantidad de víctimas.
Toneladas de provisiones comenzaron a ser repartidas en Concepción, ciudad de medio millón de habitantes 500 km al sur de Santiago, bajo rigurosa vigilancia, tras cuatro días de desesperados reclamos por agua y alimentos.
Las autoridades debieron desplazar 14 mil militares a esa ciudad, azotada poco después del sismo por una ola de saqueos y pillajes, que luego se extendieron a otras regiones.
También abrieron algunos supermercados, ante los que se formaron extensas filas.
"Lo que le alcance en los brazos, es lo que pueden comprar. No corran. Van a entrar de 15 en 15", dice un operario de un supermercado, quien precisa que cada persona sólo se llevará lo que le quepa en las manos.
La alegría de quienes salen de comprar es visible. Un hombre de lentes y cabellos largos y pinta de rockero sale sonriente con leche.
"La red de distribución está operativa y el grueso de la ayuda comienza a llegar", dijo Carmen Fernández, directora de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi).
Concepción volvió a vivir escenas de pánico luego de que la policía difundiera una alerta de tsunami tras dos potentes réplicas, lo que fue descartado más tarde por la Onemi.
Esto en medio de una polémica que involucra a la presidenta Michelle Bachelet, a la Marina y a la Onemi por la una serie de órdenes y contraórdenes tras el potente terremoto del sábado, entre ellos al haber descartado inicialmente la alerta del tsunami que luego devastó varios pueblos costeros.
"Fuimos poco claros en la información que le entregamos, no fuimos lo suficientemente precisos para decir a la presidenta se mantiene o se cancela la alarma de tsunami. Hubo titubeo por parte nuestra", reconoció el martes un oficial de la Marina.
Concepción cumple su cuarta noche de toque de queda para evitar que se repitan escenas de violencia. La medida de excepción rige también en otros seis municipios: Talca, Cauquenes, Constitución, Curicó, Molina y Sagrada Familia.
Así Concepción se convirtió en zona de guerra, con tanquetas custodiando lugares estratégicos, mientras patrullas con soldados con armas en ristre recorrían sus calles.
Incluso los vecinos se vieron obligados a unirse en grupos de autodefensa.
"Decidimos organizarnos para defendernos", dice un hombre que fuma al pie de una fogata en un suburbio.
Un paramédico comenta que en las villas donde viven militares retirados se ha sugerido a los jefes de familia "dormir con las armas al alcance".
Localidades cercanas a la ciudad, como el puerto de Talcahuano, afectado por un tsunami, viven en penumbras y quedaron expuestas al pillaje.
Si Concepción daba la sensación de aislamiento, la situación parece más crítica en los balnearios de la costa del sur-centro de Chile donde el maremoto se abatió con toda su fuerza.
Pulluhue, Cobquecura, Dichato, Constitución... son los poblados arrasados por la fuerza del agua, y donde más hay desaparecidos. La ayuda también llegó allí, pero no logra mitigar la sensación del horror vivido.
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