Internacional
Caricaturista brasileño inspira rebeliones árabes desde lejos
Carlos Latuff, un izquierdista de 42 años, se ha convertido en un héroe de la primavera árabe
Carlos Latuff, un izquierdista de 42 años cuyo único vínculo familiar con Oriente Medio es un abuelo libanés que nunca conoció, se ha convertido en un héroe de la primavera árabe con satíricos dibujos que han ayudado a inspirar los levantamientos.
Todo lo que ha necesitado es su lápiz, una pasión por las luchas en la región y una cuenta de Twitter que usa para enviar sus dibujos.
A partir de los levantamientos en Túnez en diciembre pasado, el trabajo de Latuff ha sido descargado por líderes de las protestas y ha sido plasmado en camisetas y pancartas en manifestaciones desde Egipto a Libia y Bahréin, convirtiéndose en un satírico emblema de indignación.
Latuff dijo que supo por primera vez que sus dibujos estaban generando impacto cuando mientras veía televisión los vio impresos en pancartas durante protestas en Egipto el 25 de enero, sólo dos días después de que los había dado a conocer. "Eso me dio la certeza de que mi trabajo era útil", declaró Latuff a Reuters. "No son las plataformas sociales las que hacen revoluciones, son las personas. Twitter, Facebook, al igual que una cámara o bombas Molotov son sólo instrumentos, equipamiento", añadió.
Latuff, quien trabaja para periódicos brasileños y otros medios, no cobra a los líderes de las protestas por su trabajo, pues afirma que dona sus caricaturas para remarcar injusticias y mostrar su solidaridad contra el autoritarismo a nivel global.
En casa, ha estado en problemas con las autoridades varias veces por duras imágenes que muestran la brutalidad policial en las favelas de Río.
Sus únicas visitas a Oriente Medio tuvieron lugar en 1999 y en el 2009, cuando visitó los territorios palestinos ocupados y posteriormente los campos de refugiados palestinos en Jordania y el Líbano. Esos viajes a Oriente Medio fueron suficiente para ayudarlo a entender que las dinámicas de la opresión en la región son similares a las de las favelas de Río, inundadas por la violencia.
"La miseria es la misma en cualquier país", declaró. "La única diferencia es que las mujeres cubrían sus cabezas, la escritura era en árabe y los hombres con armas eran militantes, no narcotraficantes", añadió.
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