Internacional
Ahmadinejad llega a Caracas; hoy visita a Chávez
El presidente venezolano recibe a su homólogo iraní, a pesar del descontento de Estados Unidos
“Nosotros no somos una amenaza para nadie. Sólo tenemos derechos y somos soberanos”, aseguró Chávez, en velada alusión a la inquietud mostrada por Estados Unidos por los vínculos entre Venezuela e Irán.
Ahmadinejad visitará en los próximos días Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador, cuyos gobiernos mantienen un discurso hostil hacia Washington.
“América Latina era una región que el régimen de la opresión consideraba como su patio trasero y donde pensaba que podía hacer lo que quería, pero actualmente los pueblos de esas regiones se han despertado y actúan en forma independiente”, declaró por su parte Ahmadinejad antes de salir de Teherán.
La tensión entre Estados Unidos e Irán se exacerbó esta semana con las amenazas iraníes de cerrar el estrecho de Ormuz, por donde transita 35% del crudo transportado por mar en el mundo, en respuesta a las sanciones de las potencias occidentales por su controvertido programa nuclear.
Washington anunció además la expulsión de la cónsul venezolana en Miami, Livia Acosta Noguera, tras ser citada en diciembre en un documental de la cadena hispana Univisión, con sede en Nueva York, sobre un supuesto complot iraní para atacar Estados Unidos.
¿Qué busca Ahmadinejad en América Latina?
Mientras la tensión sigue aumentando en el Golfo Pérsico por la presencia militar estadounidense y las advertencias del Gobierno iraní de bloquear el estrecho de Ormuz, la gira por América Latina que el presidente Mahmoud Ahmadinejad inicia hoy en Caracas, sensibiliza las relaciones de Washington con varios países de la región.
Como en otras tantas oportunidades, en momentos clave del enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán, Ahmadinejad y el presidente venezolano, Hugo Chávez, se esfuerzan en enviar señales claras de una alianza que, además de extenderse por los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), es alimentada con anuncios y proyectos, con política en definitiva, más que con un incremento sostenido de la balanza comercial iraní con sus socios en la región.
Chávez sostuvo que la visita de Ahmadinejad es oficial “a pesar de que los yanquis mandaron un portaviones para el Golfo Pérsico para presionar”.
AFP/El Universal
Análisis
Visitante ilustre
Orestes E. Díaz Rodríguez (maestro de la Universidad de Guadalajara)
En busca de respaldo para sus decisiones, serían a lo sumo cuatro destinos los que prioriza el líder de una nación que mantiene una confrontación frontal con Estados Unidos y sus aliados noratlánticos: Moscú, Beijing, Naciones Unidas y la sede de su bloque regional correspondiente.
Mahmoud Ahmadinejad prioriza a América Latina porque cada vez es menos significativo el apoyo que obtiene de esos cuatros bloques geopolíticos que intentan compensar el desequilibrio provocado por la supremacía global de Estados Unidos.
En América Latina el líder iraní encontró el nicho más activo y cercano de adversarios de las políticas de Washington. De muy poco servirían esos vínculos en caso de tener que enfrentar una invasión norteña. El desenlace de Muamar el Gadhafi ilustra al respecto. Los desesperados alegatos y vociferaciones de Caracas, Managua y La Habana no impidieron que el régimen del coronel libio resultara barrido. Pero en la etapa relativamente blanda de la confrontación Irán- alianza noratlántica que aún vivimos, el cultivo de los nexos con Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Cuba contribuyen a conservar ante la comunidad internacional y la opinión pública interna la imagen de que el gobierno iraní no se encuentra aislado como consecuencia de la tozudez de sus políticas.
Por otra parte, la enconada resistencia de la alianza noratlántica a que Irán disponga de armamento nuclear, añade otro rasero desigual a las relaciones internacionales. ¿Por qué nueve países, incluido Israel, pueden disfrutar del status de ser potencias nucleares, mientras el resto tiene vedada esa posibilidad?
No favorecen los propósitos iraníes la retórica negadora del Holocausto y antisemita de Ahmadinejad. Pero no debía ser tomada como evidencia definitiva. La retórica también belicosa del defenestrado Saddam Hussein no respondía, como se le atribuyó, a la posesión secreta de arsenales de armas de destrucción masiva ni a contactos con el terrorismo. Con fronteras con Iraq y Afganistán, países que resultaron invadidos por voluntad de Estados Unidos, no sería sorprendente que Irán que desarrolló a partir de 1979 una revolución profundamente anti norteamericana se sienta amenazado. ¿Por qué Irán o cualquier potencia regional mediana fuera del “G-9” no puede disponer de armamento nuclear? La retórica de los poderosos alega que sería una amenaza adicional a la frágil paz mundial. En cambio, serían otras las conclusiones del análisis. No se permite a nuevos países disponer de la bomba atómica porque a una nación que dispone de esa arma no se le puede invadir.
A pesar de las inconsistencias de la política noratlántica con relación a Irán, resultaría un acto irresponsable avalar como diáfanas o exclusivamente defensivas las intenciones del programa nuclear iraní. Por esa razón y para no desairar a Washington en un asunto a todas luces oscuro, la mayoría de los presidentes latinoamericanos prefieren mantener distancia con respecto al líder iraní.
Lo que motiva a los presidentes de los países del Alba a comportarse de un modo diferente a sus colegas y recibir a Ahmadinejad en calidad de visitante ilustre, no son sólo probables beneficios financieros y tecnológicos, ni tampoco que el prontuario de Washington o Israel sea indiscutiblemente más abultado y amenazador que el de Irán, sino que la animadversión visceral hacia Estados Unidos, el antimperialismo a ultranza, es pieza esencial del mito que justifica el dilatado aferramiento al poder en Managua, Caracas o La Habana.
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