Imputaciones por injerencia rusa demuestran que el FBI va en serio
Este lunes, Robert Mueller logró las primeras imputaciones por el "Rusiagate" y todo apunta a que habrá más
En mayo pasado, el Departamento de Justicia designó a Robert Mueller como el fiscal especial para el llamado "Rusiagate", es decir las supuestas intervenciones rusas en las elecciones estadounidenses del 2016, y que habrían favorecido al triunfo del candidato republicano Donald Trump.
La llegada de Mueller, o más bien de un fiscal especial al caso, se volvió obligatoria después de que Trump despidiera a James Comey como director del FBI. La decisión del mandatario aumentó a las alertas sobre la participación rusa en los comicios, y a la administración federal no le quedó de otra más que ceder y permitir que un investigador independiente se encargara del tema.
El escándalo cubre a la Casa Blanca incluso desde antes de la inauguración de Donald Trump. Si bien hasta ahora sólo había quedado en revelaciones a cargo de importantes medios de comunicación como el Washington Post y el New York Times, y todo apuntaba a que sería un caso largo y que a lo mejor no pasaría de eso, de notas periodísticas, este lunes el FBI y el fiscal RobertMueller han probado que la investigación va en serio.
Cinco meses después de que Mueller se pusiera al frente de este caso, tres allegados a Donald Trump fueron acusados de "conspiración contra Estados Unidos", entre otras cosas: se trata del ex director de campaña Paul Manafort, su socio Rick Gates y el asesor George Popadopoulos.
Los medios de comunicación estadounidenses no dejan de hacer enfásis que son "los primeros cargos" del fiscal Mueller, lo que quiere decir que espera que haya más imputados. Por ello, vale la pena recordar quiénes son los otros miembros del gabinete presidencial que están bajo la lupa:
Primero, el consejero de seguridad nacional, Michael Flynn, cuyos encuentros con el embajador rusio Sergey Kislyak fueron descubiertos por el Washington Post en enero, sólo unos días después de que Trump asumiera como presidente de Estados Unidos. Flynn dimitió un mes después, no sin antes admitir que mintió sobre su relación con el diplomático ruso.
A estos encuentros secretos se le suman los del (todavía) fiscal general, Jeff Sessions, quien también se reunió con el embajador ruso en el 2016. Fue en marzo cuando se supo de esto, y si bien no renunció al frente del Departamento de Justicia, sí se apartó de la investigación sobre la injerencia rusa, aunque no reconoció que esto se debiera a que él también se veía implicado.
En abril, aparecieron en el escándalo dos personas muy importantes para DonaldTrump: su yerno y consejero Jared Kushner, y su hijo Donald Jr. El NYT reveló que Kushner también había tenido reuniones privadas con diplomáticos rusos, acompañado en alguna de ellas por el hijo del mandatario.
Los encuentros con personal de Moscú prometían una cosa: información comprometedora de la candidata demócrata Hillary Clinton. Rusia aseguraba tener datos que le volvieran menos presidencial, y el equipo del candidato republicano decidieron mantener el diálogo con ellos para obtener esos importantes datos.
A mediados de este año, esta información fue respaldada por los correos de Trump Jr. con los contactos rusos y las confirmaciones del Departamento de Seguridad Nacional sobre los "hackeos" de individuos ligados al gobierno de Vladimir Putin a los sistemas electorales.
Así, las pruebas de la injerencia rusa están ahí y sólo es cuestión de que Robert Mueller y su equipo conecten los puntos que llevan hasta el círculo más íntimo de Donald Trump. Los próximos movimientos del fiscal especial pueden poner en jaque a la presidencia del empresario, algo que muchos -no sólo en Estados Unidos- están esperando desde el pasado enero.
A Trump, por obstrucción de justicia
Por otro lado, las decisiones temerarias de Donald Trump le han puesto bajo la lupa del FBI por un tema algo distinto: el despido de James Comey podría ser interpretado como un caso de obstrucción de justicia, un delito federal.
De acuerdo al testimonio del ex titular del FBI ante el Senado, Trump le pidió que desistiera de las pesquisas contra Michael Flynn en febrero, y dio a entender que de eso podría depender su trabajo.
"El presidente empezó preguntándome si quería seguir siendo el director del FBI, cosa que me pareció extraña porque ya me había dicho dos veces en conversaciones anteriores que esperaba que me quedara, y le había asegurado que tenía la intención de hacerlo. Dijo que a mucha gente le gustaba mi trabajo y, dada la presión que había tenido durante el año anterior, él entendería si yo quería irme", decían los diarios de Comey sobre uno de sus encuentros con Trump.
El delito de obstrucción a la justicia puede provocar un proceso de destitución ("impeachment") contra Trump en el Congreso, algo que apoyan legisladores de la oposición demócrata si se dan las circunstancias pertinentes.