Ideas
Perfil, costo y presupuesto
La ceguera de costumbre impide ver con claridad el objetivo de Nación acorde a las circunstancias internas y externas. Esperar o culpar a la administración pública y aun a sus actores resulta injusto si no diferenciamos con precisión lo deseable y lo alcanzable.
Si para un puesto laboral trazamos el perfil individual, con mayor razón debería realizarse para escoger al líder capaz de enfrentar toda responsabilidad pública. Los nombres se difunden y, sobre ellos, cualidades y deficiencias, pero en cada uno subyacen elementos fácticos inclinando la voluntad de los electores. Uno de ellos es el poder insustituible de la comunicación en sus múltiples vertientes. El personaje difunde su imagen con el apoyo de su partido y los detractores hacen lo propio de las deficiencias, hasta el punto de llegar los acuerdos y hasta complicidades para el supuesto convencimiento del comprador: el “cliente” elector y actor en la compleja labor mercadotécnica. Si el producto es bueno, magnífico, pero, si es lo contrario, el comprador paga las consecuencias. Por lo mismo, debería emplearse un procedimiento a fondo de quién es el candidato idóneo para satisfacer reclamos y requerimientos de solución. La teoría apunta con previsión el convencimiento de técnicas en constante evolución para la conversión eficiente de acciones laborales con menor esfuerzo físico y mayor aplicación del pensamiento. Es urgente el convencimiento de los cambios operados en el mundo bajo el signo de la competitividad redundante en bienestar. Pasaron las épocas de la dádiva, tan graciosa como costosa para la población, ahora elevada en forma exponencial. Los paliativos reclaman eficacia en la revisión exhaustiva de costos bajo la lupa de presupuesto rentable. Economía, seguridad, educación o competitividad. ¿Cuál es la prioridad? Y con ellos darle todo el respaldo a quien y quienes tienen la capacidad para encontrar la respuesta. ¿Cuáles son los recursos y en qué forma, tiempo y medida se emplearán? Hoy, estamos en el umbral de decisiones macro entre los núcleos de poder internacional que, sin duda, repercutirán en nuestro país rebasando las buenas intenciones y si el objetivo es la población, éste puede convertirse en el pasivo con imprevisibles consecuencias. Ante este escenario no cabe la frivolidad de elegir por simpatía y hasta empatía particular. Conlleva la reflexión seria de elegir al líder nacional, estatal, municipal y legislativo dotado de los atributos idóneos al escenario que ya enfrentamos y enfrentaremos a mediano y corto plazo. Si hay tantos deseosos de llegar al poder, alguno debe reunir las cualidades y el equipo de trabajo para cumplir con programas coherentes; con ello y más, convencer de ser digno de enfrentar exitosamente su responsabilidad. El tiempo apremia. Dios nos guarde de la discordia.
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