El festivo escándalo que sacude al país de punta a punta por el bicampeonato de la Selección Sub-17 es un curioso caso de fuente inagotable de reflexiones. Los comentaristas deportivos, habitualmente concentrados en la definición de una jugada o en la habilidad desequilibrante de éste o aquel delantero, se convirtieron ayer en los voceros oficiosos de un México mejor, y se encargaron de difundir el ejemplo de los futbolistas campeones como una receta ideal para salir de los múltiples problemas que acosan a la nación. Además de advertir que la embriaguez de la victoria suele desequilibrar el juicio alimentándolo con una clara tendencia a sobredimensionar las virtudes propias y minimizar los defectos, debe aceptarse que el futbol en este país es un juego-deporte-negocio-vocación que enciende pasiones y regala muy escasas ocasiones de gozo a sus más de 110 millones de habitantes, todos futboleros voluntaria o involuntariamente. Así que no hay razones para cancelar la complacencia... que siga la fiesta, al fin que será corta. Sin embargo, la verbena no es cosa que se frustre por un par de observaciones. Aquí van: 1.- Al terminar el juego que coronó el exitoso torneo para los muchachos de la Selección Sub-17, se reunieron todos al centro de la cancha y en un desacostumbrado gesto, elevaron al aire una oración colectiva. Sólo hasta después de esa muestra de su religiosidad, se entregaron abiertamente a los festejos. 2.- Imposible dejar de notar la presencia en el Estadio Azteca del Presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa. Las televisoras nacionales que transmitieron el juego (una muestra del futbol como negocio) proyectaron en cuadro un close up del político que además, estuvo después con el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, para entregar los premios al equipo campeón y demás reconocidos. ¿Qué deducciones pueden resultar de las escenas anteriores? Este columnista propone algunas. Los muchachos que hoy son campeones mundiales de futbol en la categoría juvenil trabajaron mucho y disciplinadamente durante los últimos dos años. Tuvieron un líder que los guió con tino suficiente a juzgar por los resultados. La combinación del trabajo constante, bien dirigido y planeado los condujo al objetivo ambicionado por muchos jóvenes futbolistas alrededor del mundo. Ese esquema, naturalmente, puede copiarse para casi cualquier actividad individual o de grupo y por eso se sostiene que ese equipo de futbol es un ejemplo para muchos mexicanos. Pero además está esa oración, una manifestación de fe (expresión de estricto derecho individualidad) que bien podría demostrar que la moralidad es un elemento necesario en los procesos constructivos. Y de la presencia de Calderón... pues el hombre usa la ocasión gratuita para sacar provecho político del logro de los futbolistas. Está muy necesitado de que la gente lo relacione con las cosas positivas que suceden en el país, aunque todas las encuestas indican que ya es muy tarde para él.