Ideas

La ciudad, el futuro y las aguas

¿Cuánto le han costado a la ciudad las malas decisiones de Tlajomulco? ¿Cuánto perdimos todos por la voracidad de unos pocos, políticos y empresarios, que decidieron, contra toda lógica urbana, pero haciendo uso del poder y la autonomía municipal, urbanizar de manera inconexa, caótica y, sobre todo, sin servicios? ¿Quién le responde a quienes de buena fe, confiando que las autoridades, tanto del municipio como del Infonavit, habían hecho su trabajo, invirtieron su patrimonio para comprar una casa en esos fraccionamientos?

Nadie le va a responder a los vecinos, en el mejor de los casos el Ayuntamiento y el Gobierno del Estado apoyarán en la emergencia. Nadie sacará la cuenta de cuánto nos ha costado a la ciudad tener que invertir los pocos recursos metropolitanos en subsanar problemas, hacer calles que nunca se hicieron, llevar transporte a las lejanías, construir escuelas y hospitales; lo que nos costará llevar agua potable (porque el agua de los pozos no tiene la calidad requerida), meter drenaje de verdad, recuperar los cuerpos de agua contaminados.

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La discusión sobre los nuevos centros de población que marca el Plan de Ordenamiento Metropolitano (POT Met) tiene que ver justamente con esto. Pensar en desarrollar, aunque sea como una mala idea, la carretera a Colotlán o algunas centralidades de Zapotlanejo, tendría un altísimo costo para la ciudad. En esta zona del Norte de la ciudad no hay agua. Quien autorizó la construcción de Valle de los Molinos condenó a la ciudad a pagar una infraestructura carísima de la que debieron hacerse cargo los desarrolladores. Lo mismo podemos decir del caso de Zapotlanejo. Incorporarlo a la zona metropolitana ya fue una gran irresponsabilidad (ésta atribuible única y exclusivamente a los de MC). Desarrollar vivienda en esa zona implicará construir una serie de infraestructuras de altísimo costo en detrimento del resto de la ciudad. >

El mismo POT Met deja claro que, con un buen programa de redensificación, dentro del periférico existen las reservas urbanas necesarias para dar cabida a los dos millones de habitantes que incrementará la zona metropolitana en los próximos 30 años. No podemos ni seguir invadiendo terrenos de recarga pluvial que luego se convertirán en zonas de inundación, ni permitir fraccionamientos que no tengan un sistema de drenaje sanitario y pluvial de verdad, ni, por supuesto,  autorizar desarrollos donde el agua no esté garantizada por continuidad urbana; el abastecimiento por pozos, ha quedado demostrado hasta el cansancio, no garantiza ni la cantidad ni la calidad del agua.

El agua es el gran reto de la ciudad de Guadalajara en los próximos años; su disponibilidad y manejo, y no los intereses inmobiliarios, deberían ser el eje rector de las decisiones urbanas. >

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