La burocracia se genera trabajo a sí misma. Es inevitable el crecimiento del aparato administrativo del Gobierno, a todos los niveles: federal, estatal y municipal. Sólo que un fenómeno universal que se considera normal, en México adquiere proporciones inusitadas por la corrupción. Dígase si no es irracional que el Congreso local tenga una nómina en la que cobren alrededor de mil 500s personas, con tan sólo 39 diputados. Otro caso singular es el de la Cámara de Diputados federal, con 500 congresistas de los cuales únicamente trabajan 37 que son los que forman la Comisión Permanente que labora todo el año, toman vacaciones sólo en Navidad, Año Nuevo, Semana Santa y Pascua y a veces ni esos períodos completos. Son los que analizan y cuestionan todas las iniciativas que se presentan. Estos callados, auténticos servidores públicos, cuyos nombres no aparecen con frecuencia en los medios publicitarios, son los silentes sénecas que mantienen el equilibrio entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. La iniciativa de reducir de 500 a 400 el número de diputados no sufriría ningún menoscabo la labor legislativa; por el contrario, daría más agilidad a las discusiones y procesos parlamentarios, en beneficio de la productividad. Cuando se habla de reducir el número de diputados por el alto costo que representa mantener un cuerpo obeso de legisladores, el ahorro que se obtendría no pinta en el volumen total del presupuesto, pero sí en la parte alícuota que le correspondería si hubiera una reducción general de la burocracia en todos los niveles. La tendencia natural del crecimiento de la burocracia que tiende a crecer y retroalimentarse por sí misma, la explica muy bien el economista inglés C. Northcote Parkinson cuando critica al Gobierno al explicar como el Ministerio de Colonias de un país que ya no tiene colonias, es el más numeroso en burocracia, en la cual hay departamentos que se dedican a crear trabajo para que lo supervisen otros departamentos; que han creado una estructura tan compleja que resulta prácticamente imposible obtener una resolución de esa Dependencia. Por fortuna, asegura, ya no existen ciudadanos de ninguna ex colonia que acudan a plantear sus problemas, pero les llevará varias generaciones terminar los asuntos pendientes. Una burocracia excesiva lo que provoca es que la economía permanece entrampada en una telaraña de papeles y formularios que caminan de un escritorio a otro en oficinas atestadas de escritorios, computadoras y archivos. Los departamentos de organización, planeación y control trabajan febrilmente en el diseño de formularios y de instructivos para su llenado, su función es ésa, la de complicarle la vida al ciudadano y si no genera cambios constantes, no están haciendo su trabajo. En la era de las computadoras podría evitarse fácilmente la proliferación de la burocracia y lograr la utilización racional de los recursos humanos. En conclusión, es necesario que la ciudadanía se manifieste en contra del burocratismo en las próximas elecciones.