Elección de Estado
TOLUCA, ESTADO DE MÉXICO (05/JUN/2017).— La elección en el Estado de México fue, para todos los efectos, una elección de Estado. El presidente Enrique Peña Nieto responsabilizó a la secretaria de Desarrollo Urbano y Territorial, Rosario Robles, como el enlace del Gobierno con la campaña de Alfredo del Mazo, que tuvo este domingo un despliegue del gabinete legal y ampliado en tierras mexiquenses. El secretario de Desarrollo Social, Luis Enrique Miranda, fue enviado a la zona de Valle de Bravo, donde hay un alto número de programas sociales. El de Salud, José Narro, a Ecatepec. En los municipios conurbados de la Ciudad de México trabajaron la llamada “ruta de la leche”, bajo la dirección del director de Liconsa, Héctor Pablo Ramírez Puga, quien desde las seis de la mañana trabajó con el padrón de los beneficiarios de la leche gubernamental. Margarita González, la operadora electoral de Robles, lo apoyó, junto con el director del ISSSTE, José Reyes Baeza, que se concentró en Neza. El gabinete estuvo trabajando todo el día, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, le fue pasando al Presidente la información de cómo se iba comportando el electorado.
Era fundamental para el PRI el arranque de la jornada. Para el primer corte de las encuestas de salida esperaban iniciar el día con una ventaja de ocho puntos sobre Delfina Gómez, de Morena, porque de otra forma, dijeron estrategas de Del Mazo, se complicaría el día. Entre 8 y 10 de la mañana es cuando el PRI moviliza los programas sociales, que es como les llama a sus clientelas electorales dentro de los padrones federales. Las encuestas de salida de las 11 de la mañana mostraban a Del Mazo arriba de Gómez por cinco puntos, aunque varios encuestadores reportaron que la gente no estaba respondiendo a la salida de la urna porque la vigilancia en las casillas los intimidaba. Algunas encuestadoras decidieron entrevistar a una calle de la casilla, y los resultados mostraban un empate. A las 11 y media enviaron al PRI una encuesta atribuida al CISEN, en la que Del Mazo aventajaba por 1.13 puntos a Gómez, mientras que una más a las dos y media de la tarde, había reducido la ventaja a 12 décimas de punto.
Sin embargo, dentro de la casa presidencial no había nerviosismo, revelaron funcionarios. Inclusive, poco antes de las tres de la tarde, le informaron al Presidente que Del Mazo llevaba un millón 300 mil votos asegurados, y que ganaría por ocho puntos. Ese porcentaje no se correspondía con ninguna de las encuestas de salida. El último corte a las cinco y media de la tarde mostraba arriba a Del Mazo por 1.25 puntos porcentuales, y como en todas las mediciones previas, el priista y Gómez superaban casi dos a uno al perredista Juan Zepeda y a la panista Josefina Vázquez Mota. A las cinco de la tarde, dentro del cuarto de guerra de Del Mazo en Toluca, había tranquilidad. Sus datos decían que iba a ganar.
El despliegue federal se encaminaba al objetivo buscado, y coronó la ofensiva más agresiva, por masiva y sistemática que se recuerda en una elección mexicana, en contra de una candidata (o candidato), como fue el caso de la cruzada contra Gómez, con lo cual se intentó compensar los negativos de Del Mazo y los pesados lastres que arrastraba, en gran parte con el descrédito de Peña Nieto. Más del 65% de los encuestados en las semanas previas declararon querer el cambio, aunque cuando se les preguntaba quién podría encabezar el cambio, incluían en sus respuestas al Partido Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social, que apoyaron al candidato del PRI. La irrupción de Gómez y Morena en el Estado de México, de la mano de Andrés Manuel López Obrador, junto con los enormes negativos del Presidente trasladados a Del Mazo, le crearon un entorno hostil que obligó al Gobierno y a su partido a abrir la chequera y comprar voluntades a billetazos. La compra del voto comenzó en dos mil 500 pesos y terminó en cuatro mil; la compra de credenciales de militantes de Morena, en esta última semana, alcanzó los 20 mil pesos. Los priistas compraron espacio en las paredes de las casas por cuatro mil pesos para colgar propaganda, porque el Instituto Nacional Electoral sólo contabiliza los espectaculares. Ante tantas reglas formales, la campaña se convirtió en un caldo de cultivo para la informalidad, que aprovechó el PRI.
Los resultados oficiales tardarán todavía varios días en conocerse, y los datos de las encuestas de salida preparaban no sólo el cierre de la jornada electoral sino lo que viene en 2018. No esperarían los partidos el conteo rápido, para preparar la lucha postelectoral. Los datos en los cuartos de guerra de Del Mazo y Gómez permitían que cada uno de ellos se proclamara como vencedor. Sólo para dar una muestra de las contradicciones que se vivieron durante la jornada con las encuestas de salida, Mendoza Blanco, una empresa con muy buen récord en estudios de opinión, le daba una ventaja a Gómez con 35.4% contra 30.2% de Del Mazo, mientras que Demotecnia, que suele encuestar para el PRI, le daba 35% del voto a Del Mazo contra 29% para Gómez. Para lo que fue esta elección, ganara o perdiera el priista era secundario en función de la contienda presidencial: una elección de Estado como fue la mexiquense, no es suficiente para una victoria legitimada.