México es un país pluricultural sustentado en sus comunidades autóctonas, así lo establece nuestra Carta Magna, sin embargo, lo cierto es que todo el nacido en esta bella tierra es mexicano, lo que no se puede decir del ciudadano mexicano, puesto que para serlo, además de ser mexicano, debe de tener 18 años de edad o más y tener un modo honesto de vivir (Artículo 34 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos). Recordemos que ciudadano viene del vocablo civitas, que a su vez se deriva del griego polis, que significa ciudad y quien vive en la ciudad es el ciudadano, por tanto, el ciudadano es quien debe cuidar y velar por la República y sus intereses. Entonces, ¿será cierto que el ciudadano mexicano está cuidando y velando por los intereses de México?, ¿cuántos cumplimos con nuestras obligaciones de ciudadanos establecidos en nuestra Norma Rectora?, ¿sabía usted que la misma Constitución Mexicana no sólo nos otorga derechos como ciudadanos, sino que también nos establece obligaciones? Nuestra Norma Rectora, establece como prerrogativas del ciudadano: “I. Votar en las elecciones populares; II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular y nombrado para cualquier otro empleo o comisión, teniendo las calidades que establezca la ley; III. Asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país; IV. Tomar las armas en el Ejército o Guardia Nacional, para la defensa de la República y de sus instituciones, en los términos que prescriben las leyes; y V. Ejercer en toda clase de negocios el derecho de petición”. En tanto, que las obligaciones son: “I. Inscribirse en el catastro de la municipalidad, manifestando la propiedad que el mismo ciudadano tenga, la industria, profesión o trabajo de que subsista; así como también inscribirse en el Registro Nacional de Ciudadanos, en los términos que determinen las leyes. II. Alistarse en la Guardia Nacional; III. Votar en las elecciones populares en los términos que señale la ley; IV. Desempeñar los cargos de elección popular de la Federación o de los estados, que en ningún caso serán gratuitos; y V. Desempeñar los cargos concejiles del Municipio donde resida, las funciones electorales y las de jurado”. Es claro, todo individuo en cualquier parte del mundo, de la edad que sea, de la nacionalidad que tenga o de la familia que provenga, siempre en una comunidad, tendrá derechos y obligaciones, pues de eso depende la calidad de vida y la armonía en que puedan vivir el grupo de personas. Entonces en una democracia, como en la que vivimos, donde el ciudadano tiene el derecho de votar y ser votado para ocupar cargos de elección popular, tiene que cumplir primeramente, con su obligación de votar y de formar parte en las decisiones del país, sino con qué calidad moral puede opinar sobre el Gobierno, si ni siquiera acudió a votar. De lo anterior, se desprende que el mecanismo para formar parte en las decisiones del país es mediante el voto, lo que se traduce en el derecho al sufragio en sus dos aspectos, activo y pasivo, donde el primero, es mediante el cual yo elijo al que considero el mejor candidato y voto por él, en tanto que el segundo, es el voto que recibe el candidato a ocupar un cargo de elección popular, su derecho a ser votado. Así, según los datos del Instituto Federal Electoral en las elecciones presidenciales de 2006, sólo votó 58.55% de los registrados en la lista nominal, de lo que se advierte, que 41.45% de la población registrada, no acudió a las urnas a sufragar, lo que significa que en México no hemos logrado concientizar a las personas de su deber para con la República, por lo que el país debe darse a la tarea de formar ciudadanos mexicanos responsables de sus votos, omisiones y participación en relación a los asuntos públicos que son de todos. Por tanto, México, nuestra República, es una consecuencia, es el resultado de lo que hemos hecho y dejado de hacer por nuestra raza.