Ideas

* Odioso

Advierte el adagio que “El que siembra vientos, recoge tempestades”...
Ya el tiempo dirá si es —o no— el caso del América. Porque, mire usted... * En lo que el Guadalajara hacía el papelón, perdiendo con claridad en los últimos minutos, nada menos que ante el Real Madrid, un encuentro amistoso típico de pretemporada, en que el diablo, socarrón, le hizo creer, durante 72 minutos, que estaba a punto de conseguir un empate que merecería la etiqueta de “honroso” y hasta de “histórico”, los dirigentes del América convocaban a rueda de prensa para anticipar los objetivos de una “agresiva” campaña publicitaria, a desarrollarse de manera paralela con el calendario del inminente Torneo de Apertura 2011. A partir de la premisa de que tienen más detractores que simpatizantes, la intención de los jilgueros contratados por los dueños del juguete pretenden que sus enemigos (deportivamente hablando) “los odien más”. * Convendría recordar que cuando Emilio Azcárraga Vidaurreta (padre de Emilio Azcárraga Milmo y abuelo de Emilio Azcárraga Jean, propietario actual del emporio al que pertenece el América) recogió, hace poco más de medio siglo, la piltrafa de equipo que languidecía en las manos de Isaac Bessudo, y llamó a Guillermo Cañedo de la Bárcena —quien había sido exitoso dirigente del Zacatepec— para encomendarle la empresa de transformarlo en protagonista del futbol mexicano, encontró rápidamente la solución al problema de que el papel de “El muchacho de la película” ya había sido acaparado por el Guadalajara: convertir al América en “El villano” de la misma película. * Sin embargo, se antoja insensato anteponer la pretendida “agresividad” de una campaña publicitaria, a la prudencia... Los tiempos actuales son otros. Si los pretéritos eran de rivalidad, los presentes, con el virus de violencia desparramado profusamente por toda la sociedad, son de odio, en la peor de las acepciones del vocablo: “Antipatía o aversión hacia alguna cosa o persona, cuyo mal se desea”. Y de desear el mal al América —el caso concreto— a realizar acciones para que ese mal ocurra, sólo hay un paso. De ahí, por tanto, el temor de que los dirigentes del América —especialmente en caso de que los resultados del equipo sean tan mediocres como han sido en los últimos años— quizás estén labrando, mediante esa campaña, su propia desgracia. Moraleja de la historia: “Con amigos (o con publicistas) así, ¿quién diablos necesita enemigos...?”.
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