* El turbo
Aplastante; rotundo; categórico…: así fue el triunfo de Argentina sobre Paraguay (6-1); un resultado que hizo honor a los pronósticos; una victoria en consonancia con la historia, que consigna una superioridad casi absoluta de los pamperos sobre los guaraníes; un marcador que no se limita a definir al segundo finalista de la Copa América —el primero, la víspera, fue Chile, anfitrión de esta edición del certamen—, sino que pinta de cuerpo entero al gran favorito para adjudicarse el título.
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No es la primera vez que Argentina siembra dudas en la fase inicial de una competencia, y las despeja en la recta final…
Las previsiones en el sentido de que Paraguay pudiera ser un rival incómodo, indigesto inclusive, parecieron materializarse en los minutos finales de la etapa inicial. La ventaja de 2-0 fue una invitación a la pachorra. Los guaraníes aprovecharon ese lapso de suficiencia de los albiazules para apretar las clavijas, apurar a los argentinos desde la salida, hacer ver mal a su bloque defensivo, acortar distancias en el marcador y hasta para dar la sensación de que podrían redondear la hombrada.
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No hubo tal… En el segundo tiempo, el genio de Messi y el talento de sus cortesanos —Di María, Pastore, Agüero, ya en la recta final Higuaín— modificaron, de manera dramática, la decoración.
Sin necesidad de manifestarse personalmente en la registradora, puesto que se limitó a “oler” el gol en un par de ocasiones, Messi dejó constancia de su jerarquía como el mejor futbolista que hay actualmente en el mundo, y como uno de los mejores de todos los tiempos. Inasible como el azogue, varias veces demostró que el turbo que gobierna sus piernas es irresistible. Y no sólo por su velocidad, que deja a los zagueros adversarios tan burlados como un ingenuo que quisiera atrapar un colibrí en pleno vuelo, ni por el desequilibrio que genera por su capacidad de amontonar a tres o más adversarios —y a liberar de sus marcas, en consecuencia, a otros tantos camaradas—, sino, sobre todo, por la intención de sus pases.
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Ayer, cuatro de los seis goles fueron hechura suya… Lo de menos fue que las rúbricas fueran ajenas. Lo esencial es que, con un talento de esas dimensiones en su elenco, Argentina da la sensación de que hay una sola manera de neutralizarla: jugando con veinte… ¡y quién sabe!