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Y sigue la FIL andando

La Feria Internacional del Libro está a punto de llegar a su vigésimo segunda edición

Luego de la tormenta política y nunca académica por la que tuvo que pasar la Universidad de Guadalajara, a causa del desarticulado y ultrajado año de rectorado de Carlos Briseño Torres, las cuentas culturales (que no presupuestales) han salido bien libradas, con la continuidad de la Feria Internacional del Libro (FIL) que llega, de manera ininterrumpida, a su 22 edición.

La FIL es sin temor a equivocaciones o confusiones, el único programa cultural que se muestra sólido, y que su vida ha superado el periodo de los sexenios, sean estos celebrados en la rectoría o en Palacio de Gobierno.

En otras palabras, bien podríamos decir que, estamos ante un ejemplo de cómo un proyecto se puede hacer duradero, extender e involucrar a todos los factores deseados para que su permanencia y beneficios se conserven y enriquezcan.

Todo ello, junto con las grandes relaciones tanto nacionales como internacionales, son producto de un programa visionario que ha sabido capitalizar cuanto recurso se suma o se asoma a sus terrenos de ejecución. Todo eso es cierto. Todo eso es loable. Todo eso es imitable.

Sin embargo, el riesgo en la percepción del proyecto que representa la FIL, es el de confundir la sólida presencia y estructura del proyecto, con los intereses esenciales de la Universidad que lo origina y sostiene, al menos en la mayor parte de su financiamiento. Dicho de otro modo, la solidez y buena salud financiera de la FIL, tan presumibles en lo corto y en las afueras de la ciudad, luego de 21 años, tendría que ser evaluada y diagnosticada sin la inyección monetaria que la Universidad protagoniza. Y no soy temerario al afirmar que la percepción cambiaría radicalmente.
Por otra parte, a la presunción de que la FIL es un proyecto que ha conseguido demostrar cómo un buen programa traspasa los sexenios, y demuestra así su extensión e influencia en la sociedad, habría que puntualizar que, no solo el programa ha traspasado los sexenios, sino también el presidente del proyecto entero. La FIL que conocemos y no nos cansamos de celebrar, no sería la FIL sin la presencia ininterrumpida al timón, de Raúl Padilla y su equipo.

Por las dos razones anteriores, bien se puede concluir que la FIL es un éxito cultural en la medida en que se considere que la Universidad de Guadalajara invierte enormes cantidades de dinero para conseguir que sus actos culturales sean un éxito, sin la auditoria necesaria para despejar dudas. Y la otra razón es que un programa es transexenal sólo y sólo si, su responsable es transexenal; es decir que, los proyectos siguen siendo de hombres y no de instituciones.
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