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Y Lila Downs agarró por su cuenta la parranda

La oaxaqueña se presenta con un intenso repertorio en el Auditorio Telmex

ZAPOPAN, JALISCO (18/NOV/2011).- Si usted va un día a ver a Lila Downs, espérese hasta el final. Porque, o el público ayer estaba esperando a "La cumbia del mole" para pararse por fin, o la Downs da lo mejor cuando acaba. Había que oírla sacándole al público "Paloma negra", a dos guitarras. "Ya agarraste por tu cuenta la parraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanda": largo el suspiro final, prendida y emocionada, sin los ecos y los efectos que le pusieron durante el show, pura voz limpia y potente sin fallos tembeleques como sí tuvo durante la noche, clarita y eso que con otras canciones luego no se le entendían las frases largas. En su elemento, pues; como Lola Beltrán pero ''world music'', bragada y entrona. Y el público, bien de Jalisco, no se rajó.

Fue lo mejor de la noche, el final, con “Cucurrucucú paloma” cantada con todas las ganas y la obvia “Llorona” con una ovación cerrada. Una noche cortita, eso sí; con varios peros. La reventa en la entrada del Telmex, con toda calma en la banqueta. Ya adentro, poca gente: a los que habían comprado boleto en la plata alta del Telmex los invitaron a bajarse mejor y ni así se llenó la planta baja. La Downs cantó 18 canciones, dos encores incluidos: comenzó a las 21:10 y se despidió por última vez a las 22:46. Se arrancó con “Mezcalito” e inauguró así una noche que fue de los ritmos oaxaqueños al son veracruzano y a la música ranchera. Presumió una voz que va de lo grave a lo más grave cuando mejor se oye. Y presumió su energía para bailar y cambiarse de adornitos de vestuario tradicional: que un huipil, que un rebozo, que ahora uno rosa mexicano, que ahora uno negro, que ahora como tehuana. Y un vestido blanco que le llegaba hasta media pierna y le ayudaba a presumir, también, sus famosas piernas.
 
"Tu cárcel" de “El Buki”, "Zapata se queda" que es suya, “Pecadora” que es suya, “Teibolera” que es suya, “La Martiniana” basada en el texto de Andrés Henestrosa, el son “La iguana” con el que hasta ella se tiró al piso para presumir su gusto por los ritmos más negros de Veracruz, fueron anoche parte de su repertorio. La Lila Downs es muy mexicana, según queda claro por su espectáculo: si en las guerras había que derramar una copa de vino en el piso en memoria de los muertos, anoche la Downs empezó tirando un buche de mezcal frente a la primera fila (de una botella que luego, mientras cantaba, hizo equilibrar sobre su cabeza con trenzas). Más adelante le dedicó “Cruz de olvido” a un país afectado por la violencia: “Van a decir que qué trágicos somos los mexicanos. ¡Pues sí! ¡Somos trágicos!”, gritó sonriente.
 
“Fallaste, corazón” y “Vámonos” de José Alfredo, que también cantó todo el público, fueron parte anoche de su repertorio. Once fueron temas de su “Pecados y milagros”, el disco nuevo que en un mes —salió el 18 de octubre— ya le valió Disco de Oro y que, se nota, el público tapatío ya se memorizó. Si usted viene a verla un día, escúchela con atención porque la mismísima Chavela Vargas dijo que es su sucesora. Quién sabe si sea cierto: el público de anoche seguro habría contestado que sí, que cómo no, pero estaba muy ocupado: había agarrado por su cuenta la parranda con la Lila Downs. Luego, ni modo, se fue tempranito a casa.

EL INFORMADOR/ IVÁN GONZÁLEZ VEGA
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