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Woody Allen y Roman Polanski coprotagonizan la inauguración de Cannes
Ausentes de la competición, su cine se exhibió no obstante en dos documentales que el Festival presentó fuera de concurso y con los que el público cinéfilo que asistió a los pases pudo repasar sus filmografías
Ausentes de la competición, su cine se exhibió no obstante en dos documentales que el Festival presentó fuera de concurso y con los que el público cinéfilo que asistió a los pases pudo repasar sus filmografías.
Y no mucho más, puesto que los detalles personales que se cuentan en "Woody Allen, a documentary" y "Roman Polanski: A film memoir" no añaden prácticamente nada que no se conozca de la intensa carrera profesional y vital de dos realizadores a los que Cannes ama.
Allen, alérgico a los festivales de cine -como él mismo recuerda en el documental que dirige Robert B. Weide, un especialista en este género y en los "así se hizo" de numerosos filmes- se prestó a estar de nuevo en Cannes y, excepcionalmente, a hablar de su vida.
"Nunca pensó que valía la pena hacer un documental sobre él", declara Weide en una entrevista publicada por los distribuidores de la cinta, en la que además cuenta que el director neoyorquino pidió revisar el resultado del filme antes de dar su visto bueno.
Sin embargo, solo intervino para eliminar alguna escena de sus conocidos monólogos sobre el escenario y no para recortar las referencias a su separación de la actriz Mia Farrow.
Weide permite ver cómo trabaja Allen y la manera en la que dirige a los actores, algunos de los cuales hablan en el documental sobre su experiencia con el realizador.
Y por eso aparecen por la pantalla Penélope Cruz, Naomi Watts, Owen Wilson y Diane Keaton, quien cuenta detalles personales de su vida con Allen, salpicados de escenas procedentes de la mayoría de los 41 filmes del director de "Manhattan".
Pero no Farrow, de la que Allen manifiesta su admiración, y que declinó la invitación del documentalista.
Polanski, en la película que dirige Laurent Bouzereau, habla de él y de su obra desde su casa de Gstaad (Suiza) en una entrevista que duró unas quince horas con su amigo, el productor británico Andrew Braunsberg.
El documental se detiene con minuciosidad en la infancia del director franco-polaco, que Polanski cuenta desde el salón de su chalet suizo durante la detención domiciliaria dictada contra él en 2009 y que precedió a la decisión de la Justicia helvética de no extraditarle a Estados Unidos.
El episodio de sus relaciones sexuales con Samantha Gaimer en 1977, que entonces tenía 13 años y por el que se reclamaba su envío a EU, se repasa en el filme, con las declaraciones de la mujer en las que perdonó a Polanski y dijo comprender el asedio de los "paparazzi", que ella también dijo haber sufrido.
La cinta aborda con detalle los primeros años de la vida del realizador e ilustra con pasajes de sus filmes el vínculo entre detalles personales y escenas de algunas de sus películas, entre las que Polanski destaca "El Pianista".
Lo cual no es de extrañar porque abundan los elementos íntimos de su terrible experiencia en la Cracovia del gueto judío impuesto por los nazis que el director trasladó a la película que protagonizó Adrien Brodi en 2002.
Las dos películas, amables con ambos, sirven para ilustrar sus difíciles relaciones con la prensa y la intromisión en sus vidas privadas, que Polanski ilustra al contar que al volver a París desde Estados Unidos para escapar a una justicia que creía injusta los fotógrafos apostados frente a su domicilio dormían en los andamios de un edificio vecino en renovación.
Allen evitará Cannes -donde el año pasado exhibió su "Midnight in Paris", pero no Polanski, que junto con Nastassja Kinski acudirá al Festival el próximo 21 de mayo para presentar la versión restaurada de "Tess" (1979).
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