Entretenimiento
Víctor Trujillo pinta de ''Rojo'' el Teatro Diana
La puesta en escena pone sobre la mesa el valor de la pintura, su perdurabilidad y la madurez
"Rothko" es un brillante pintor conocido por su explosivo temperamento y su fijación con el color rojo. También es cierto que sus mejores días ya pasaron.
La llegada de nuevos talentos al mundo del arte le molesta, y eso se pone de manifiesto cuando entra en contacto con "Ken" (Alfonso Dosal), su nuevo ayudante y aspirante a pintor. Las dos personalidades chocan brutalmente y se complementan.
Esa es la premisa básica que viste a "Rojo", una puesta en escena que sin despliegues técnicos brillantes, ni una escenografía fastuosa, logra robarle el aliento al público. Y es que el mayor mérito de la obra no se encuentra en su mobiliario, sino en la pareja de actores que despliega a lo largo de 90 minutos un cruce de diálogos que muchas veces deja sin aliento a los espectadores.
Ejecución perfecta
La obra ofreció dos funciones ayer sábado. La primera arrancó a las 18:10 horas, con Trujillo y Dosal dejándolo todo en el escenario desde la primera escena.
Para quienes conocían el trabajo de Víctor Trujillo, "Rojo" es un recordatorio de los amplios matices histriónicos que puede desplegar el creador de "La Beba Galván", "Brozzo" y otros personajes.
Público tapatío responde a pesar de la lluvia
Pero quien es una revelación es Alfonso Dosal, joven artista que no solamente no desentona, sino que se convierte en la contraparte perfecta para el trabajo del Trujillo.
Ambos entretejen un complejo intercambio de diálogos, gritos y silencios a lo largo de la puesta.
Pese a la torrencial lluvia que azotó a la Perla Tapatía ayer por la tarde, el público hizo una buena entrada a la primera función, que sin ser un lleno, demostró el interés de los espectadores tapatíos por una puesta en escena que apuesta por una trama compleja, directa y visceral.
También llamó la atención que el grueso del público respetó la solicitud que hacen todas las obras que se presentan en el Diana y apagaron los teléfonos celulares.
Salvo un inoportuno tono casi al final de la primera función, el silencio reinó en un recinto que ovacionó de pie a ambos actores.
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