Entretenimiento
Vicentico complace a sus seguidores
Emotiva y llena de energía, así podría calificarse la velada que ofreció el argentino en el Teatro Estudio Cavaret
Acompañado de siete músicos, el argentino apareció en escena con saco y lentes negros, altivo y sin prisa tomó el micrófono para arrancar con Ya no te quiero, bien recibida por sus fans que comenzaban a encenderse también con Bajando la calle, que le siguió.
“Buenas noches amigas y amigos, nosotros muy contentos, muy honrados de estar acá, sólo que estoy un poquito resfriado. Espero que disfruten”, dijo antes de entonar Soy feliz, con la que hizo saltar y desgarrar gargantas.
De pronto, desaparecieron sus músicos y abrió una sección acústica: él, empuñando su guitarra con la derecha y rasgando con la izquierda, a solas con su público cantó Siguiendo la Luna y El aguijón, con una carga de desamor, para después poner voz al tema Algo contigo, acompañada ya del piano, piezas que se encargaron de darle un tono de romance a la noche, “no quisiera irme sin tener algo con... Vicentico” coreaban las asistentes, cambiando así la letra de ésta última para halagar al cantante, que se paseaba por el escenario con una sonrisa coqueta.
A pedir de boca
Todo marchaba a pedir de boca, los fans cada vez se entregaban más y cuando apenas comenzaba a interpretar Si me dejan, olvidó la letra, su sonrisa lo delató y los asistentes se lo reclamaron al instante, pero Vicentico siguió y más adelante los compensaría: “¿Cuál quieren escuchar?”, preguntó, momento el que obtuvo infinidad de respuestas.
La fiesta hizo bailar a algunos, e incluso al mismo Vicentico, que conforme avanzaba la noche complacía y se ganaba cada vez más a sus invitados.
El repertorio hasta el momento eran los éxitos de su carrera como solista, “vamos a tocar dos canciones más y nos vamos a retirar” mintió, pues regresó con Morir a tu lado y la emotiva Basta de llamarme así, que compuso en honor a su fallecida hermana.
El momento más intenso
Parecía que ahora sí terminaba el concierto, pues se volvió a despedir, pero venía lo más intenso: Vasos vacíos y Caminos de la vida, los temas que el coro del enardecido público ensordeció y dejó casi imperceptible la voz del argentino, que en ocasiones cedía el micrófono a su incansable coro.
“Gracias por la noche única” dijo, y aún sin querer retirarse, de último momento tomó su desgastada guitarra de madera y una vez más complació con Matador y Mal bicho, en un breve popurrí que causó furor en los presentes, que satisfechos clamaban por él, “Vicentico, Vicentico, Vicentico” y pedían más, pero las complacencias habían terminado.
Ya habían pasado dos horas desde que puntualmente se presentó ante el público y Vicentico se retiró, ahora sí, guiñando el ojo y mandando besos a sus fieles seguidores que habían llegado al éxtasis y deseaban seguir, pero que despidieron incluso con reverencias y llamándole “el rey del rocanrol” y “maestro”.
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