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Vamos al cine

Otra vez conspiración

GUADALAJARA, JALISCO (06/ABR/2011).- ¿Cuánto vale la lealtad? Su respuesta queda en el contenido y reflexión del espectador. A cambio, la hipocresía en su más cara función expone con crueldad la movilidad de los sentimientos y, lo que es más, la filosofía rectora de los partidos en el mundo.

El tema conspiración llama a observar con detenimiento la dinámica comunicacional en la vida actual. Con el cuidado que implica la penetración del cine en la sensibilidad del espectador es preventiva, premonitoria de justificación a la represión que puede suceder en cualquier lugar del mundo.

Lo interesante de la perspectiva fílmica sobre cualquier conspiración, es la constante del subtema con nuevas versiones bajo la misma denominación. La reciente y comentada se origina en el talento autoral de Dan Brown, cuyo libro agotó 300 mil ejemplares impresos en papel y la trayectoria fílmica obtuvo nominación de Oscar para Tommy Lee Jones, Charlize Theron y Susan Sarandon.

En este caso, La Conspiración aborda el descubrimiento satelital de la NASA sobre el Ártico con supuesto riesgo a nuestro planeta en un plano contencioso entre la realidad y el fraude con sustento científico. Dan Brown autor de El Código Da Vinci, libro del que se han vendido dos millones de ejemplares en el mundo, refrenda su capacidad para ubicar situaciones más allá de lo creíble y posible.

La intriga política refrenda perversiones en el sistema, lo que conlleva el destino de los pueblos. La Conspiración –The Contender- pone sobre el tapete de la discusión un elemento actual: la participación femenina en el primer plano de la política norteamericana –recordemos a la señora Pallin en la vida real-, forjadora de mucha preocupaciones entre los conservadores.

Dirigida por Rod Lurie con Gary Oldman, Joan Allen, Christian Slater, Sam Elliot, William Paterson y un casi irreconocible Jeff Bridges, esta narración nos pone a pensar un poco sobre las densas bambalinas de los gobiernos, sus aspirantes y detractores. Algunas secuencias, por ser del dominio público, pueden catalogarse como prosaicas o simples rellenos sobre un tema severo y a su vez trascendente; sin embargo, cabe la disculpa de conferir autenticidad humana a la narración.

Dios nos guarde de la discordia.
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