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Masacre en la cárcel 13

GUADALAJARA, JALISCO (02/MAR/2011).- Una vieja y pequeña cárcel en Detroit es el escenario cubierto de nieve, de la lucha entre policías honestos y ajenos enfrentando a otros que no lo son. Los acontecimientos ocurren a finales de año, cuando el transporte de los reclusos hace alto en esa demarcación y lo que fuera una simple escala se convierte en lucha contra policías corruptos, quienes  tratan de terminar con potenciales delatores, los reclusos transportados entre los que figura un notorio criminal.

La carretera, peligrosa por la nieve, más la interrupción de comunicaciones, acentúan el peligro; tanto para delincuentes como para el destacamento de turno en la vieja cárcel a punto de ser clausurada.

El fondo del drama ubica la necesidad de mostrase cada uno tal cual es y que a pesar de su circunstancia, ni son todo lo que se dice por lo que están. Casualmente, delincuentes y vigilantes se ven en la necesidad de confiar y luchar juntos para salvar sus vidas en contra de policías corruptos a quienes conviene verlos muertos antes de ser sus delatores.

El tema de la infiltración de criminales en los cuerpos para la seguridad resulta actual y doblemente peligroso por la pérdida de confianza en las instituciones, teóricamente guardianes de orden y garantías.

Mérito indiscutible es para el director Jean Francois Richet de origen francés, debutante en el cine norteamericano. Los actores, de diferentes países no son precisamente estrellas famosas, pero ganadores de justificados méritos en la Cárcel 13: Ethan Hawke, Laurence Fisburne, Maria Bello y Gabriel Byrne.

Sin restarle méritos por su reto a la corrupción, La Masacre en la cárcel 13 recuerda al clásico del Oeste, Río Bravo, de los años setenta, original de John Carpenter. Sin duda otra época no ajena a violenta intensidad y enfrentamiento a la verdad.
Dios nos guarde de la discordia
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