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El infierno

GUADALAJARA, JALISCO (22/SEP/2010).- Cierre a la trilogía de producciones polémicas y con ello más atractivas: Un mundo maravilloso, La Ley de Herodes, El infierno de Luis Estrada con el tema escrito por Jaime Sampietro. Adicionalmente, la temática coincide con esta temporada.

La dura crítica al poder ubicada en Ciudad Juárez, narrada con humor negro, seguramente cumple el gusto de los jóvenes sin omitir potencial reflexión, es interpretada por Damián Alcázar, Kristyan Ferrer, Joaquín Cosío, Daniel Giménez Cacho, Ernesto Gómez Cruz y Salvador Sánchez.

Los comentarios en las redes sociales aparecieron desde su estreno, abonados por el entorno real de violencia en sus múltiples variantes, poniendo en relieve la división histórica prevaleciente desde hace 200 años, con el antecedente de la Colonia. La polémica comenzó con el subtítulo: “México 2010, nada que celebrar”, y ha profundizado en la crítica a la exhibición, extremada ésta en la adquisición de un boleto para ver El infierno y encontrar la proyección de otra película en la sala. Esto queda por aclarar en beneficio al respeto que merece el público.

Si la película El infierno no cumple con los requisitos de la Ley de Cinematografía, que dicta la supervisión y potencial autorización con la correspondiente clasificación, debe quedar en proceso de adaptación con los correspondientes razonamientos a la productora, pero de ninguna manera anunciarla y exhibir otra en su lugar.

Los antecedentes de películas “enlatadas” durante décadas, algunas como Viento Negro y Rojo Amanecer, no fueron exhibidas sino después de algunos años; principalmente por su referencia a hechos en su tiempo recientes y, por lo mismo, contribuyentes a la inquietud de la población concurrente a salas, aquellas con miles de espectadores, que ahora sólo son decenas o cientos. 

El infierno es una crítica social que deja mucho al pensamiento de todos: Autoridades, público y población en general. Coincidente percepción de la vida real es inquietante y reflejo cuestionable a través de la pantalla.

Dios nos guarde de la discordia.
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