Entretenimiento
Vamos al cine
Pardavé
Pardavé otorgó un toque especial a los tiempos de don Porfirio, al caracterizar Al industrial provinciano, Susanito Peñafiel y Somellera, migrante a la entonces, como ahora, gran capital, Ciudad de los Palacios. México de mis recuerdos recreó con asertividad los días previos a la Revolución.
Pardavé mostró al charro autóctono, alegre y gracioso y acompañó en el reparto a los galanes de la época brillante del cine mexicano con su peculiar ingenio, que también desdobló al interpretar extranjeros españoles y árabes con cuidado permanente de impulsar simpatía hacia quienes llegaron para formar familia y generaciones de hispano-mexicanos, existentes hasta hoy. El paisano Jalil y Los hijos de don Venancio. En ésta última dirigiendo al ídolo del futbol Horacio Casarín en las filas del Atlante, por aquellos días el equipo más popular.
Películas y actuaciones de Joaquín Pardavé no pierden actualidad, porque su mensaje gracioso es certero y abundante en la preservación de raíces familiares. Él mismo, nacido en Pénjamo, Guanajuato, era hijo de españoles avecinados en México.
Multifacético, en la música imprimió su estilo: Negra consentida, Varita de Nardo, Ventanita morada, Aburrido me voy y varias más que se escuchan con nostalgia y admiración.
La vida de Joaquín Pardavé fue relativamente breve. Sólo 11 lustros paralelos en recorrido al Siglo XX. Otros tantos 55 años han pasado y su recuerdo vive; ahora justamente exaltado por el festival cinematográfico de Guadalajara que con justicia reconoce valores desaparecidos y presentes.
Dios nos guarde de la discordia.
Correo electrónico sicpm@informador.com.mx
Síguenos en