Entretenimiento
Vamos al cine
Por: Carlos Córtes Vázquez
Los años fueron precedidos por crisis en los Estados Unidos y su ingrato devenir fue la Segunda Guerra Mundial. Hitler uso el cine para la propagación de su doctrina justificando la invasión inicial a los países del Este Europeo y posteriormente al resto del Continente con la integración bélica de Japón e Italia.
Ya durante los años cuarenta en América se fortaleció el sentimiento de identidad a través del cine, dando pauta a la difusión de valores literarios latinoamericanos. México se fortaleció con razonamientos de integración a las tradiciones.
Hoy no es diferente el escenario en cuanto a la inseguridad, quizá más agudizado por el narcotráfico, sus derivaciones y las proyecciones económicas, a las que el cine puede dar un tamiz con pinceladas optimismo e identidad.
La pantalla grande tiene la capacidad de influir en la mente, principalmente joven, en la que priva el desconcierto tras casi tres décadas de avatares a los que no se ve el final. Algunas producciones, las pocas que llegan a contar con distribución amplia y suficiente, nacional y extranjera, han puesto el dedo en la llaga sin alcanzar la profundidad de la responsabilidad social que puede y debe tener el cine nacional.
Es tiempo de recordar la identidad como la forma de hallar los caminos positivos de superación sin la dependencia o la sola esperanza expuesta en la pantalla. Porque el cine es, convengamos en ello, más que un espectáculo, diversión o entretenimiento; es cultura amplia y popular, penetrante y aguda en su emisión y percepción.
Los hechos se repiten, dan forma de manera exponencial, como para hacerlo a un lado sin hacer lo que a nuestro alcancé esté para prever y prevenir.
Dios nos guarde de la discordia.
Comentarios: sicpm@informador.com.mx
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