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Vamos al cine
Los símbolos patrios
Estos días alcanzan mayor significación en el tránsito de presiones económicas y hasta amenazas para la salud. Por lo mismo es oportuno reconocer y retomar líneas tradicionales, con protagonismo propio del cine mexicano que, adicionalmente, interesa más en el extranjero.
En la memoria del espectador se mantiene lo original, por extraño y exótico que parezca en su principio, hasta ganar preferencia en el gusto del público. Hollywood ha sido congruente y consistente, como también lo fue la producción mexicana en la llamada Época de Oro, que infortunadamente decayó en la imitación de la vida urbana propia y ajena.
La imitación fue moda pasajera y pronto se manifestó en la falta de competitividad y el desinterés de productores, de los propios distribuidores y exhibidores sin el aliento de utilidades económicas elevadas y rápidas en la taquilla; el número de películas al año se ha tornado mínimo y a la baja.
Lo importante y trascendente es la existencia de fórmulas para revertir lo negativo y desarrollar el crecimiento. La semilla estudiantil germina en las universidades con creatividad y firme aliento tecnológico para retornar al cine mexicano a costo mínimo y talento máximo.
La circunstancia social es favorable. El mercado está abierto en el mundo y está ávido de identificar cultura regional con los cambios operados geográfica y socialmente en esta parte del Continente Americano.
En México, más de doscientas salas de exhibición ya están equipadas con equipo digital. Esto favorece las posibilidades de proyectar producciones sin incurrir en elevado costo de copias y adicionalmente llegar a los hogares con la facilidad del DVD. Las herramientas ya están disponibles con experiencia exitosa en el amplio campo de la cinematografía.
Dios nos guarde de la discordia.
Comentarios: sicpm@informador.com.mx
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