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Vamos al cine
Los bastardos
Uno de sus valores reside en la actuación de jóvenes actores no profesionales a quienes hubo de informar, motivar y convencer para interpretar a dos emigrantes ilegales con necesidades, como tantos, de ejecutar un crimen en un país extranjero; en este caso Estados Unidos.
Amat Escalante es el director y escritor de esta cinta que llega a México tras haber ganado lauros, que tratará de refrendarlos en la taquilla. Jesús Moisés Rodríguez, Rubén Sosa y Nina Zavarín dan vida en la pantalla al drama de dos jornaleros en Los Ángeles, a quienes se presenta la oportunidad de romper su rutina y tomar la ruta del ilícito, inspirada por las diferencias. Sin embargo, no es una más explotadora del morbo y hasta el temor, pues tiene la distinción de acercar la verdad y provocar reflexión en el espectador.
De alguna manera, Los bastardos contiene cierta porción autobiográfica de Amat Escalante. Su padre fue inmigrante trabajador en el campo ajeno. Las diferencias sociales se expresan y emergen en los contrastes evidentes por medio de luz exterior y penumbra en las habitaciones con el debido balance que acentúa el fondo musical.
Es un largometraje con el sentimiento del reportaje donde prevalece la idea de exhibir, en lenguaje cinematográfico, las circunstancias sin maquillaje. En resumen, un cine valiente en todo sentido, pues tampoco tuvo alto presupuesto, pero sí el valioso antecedente de la producción Sangre, del mismo autor.
El trazo y realización de Los bastardos reduce el tiempo de la injusticia sin caer en la cursilería simple y vana. Es actualidad en sentido universal porque así son las condiciones de tantos hombres y mujeres, impelidos a abandonar sitio y costumbres hasta convertirse en objetos de manipulación sin miramientos.
Dios nos guarde de la discordia.
Comentarios: sicpm@informador.com.mx
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