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El cine y las crisis

El desastre genera una necesidad casi patológica de evasión y diversión. La industria cinematográfica es por tradición, una de las pocas que supera y asciende. Los testimonios del fatídico 1929 despertaron la creatividad al imprimir ímpetu de la potencial prosperidad. Y lo lograron.

El descubrimiento de monopolios y sus quebrantos, reflejados en huelgas y corrupción, paradójicamente, dieron por una parte temas nuevos de reflexión autocríticos y a la vez el clima colectivo que dio paso a la comedia, mostrando que las crisis también son oportunidades para convertir al ciudadano común en individuo favorecido por la prosperidad.

El cine infundió confianza en los realizadores, reflejando en pantalla necesidades, proyectos y ejecuciones prospectivas de equidad. En ese contexto el cine mexicano ejerció influyentes ejemplos comparativos de la dictadura, irreverencia y lucha posterior con fórmulas de firme optimismo.

Cualquier comparación con el acontecer actual es intencional, que sin llegar a injustificables luchas fraticidas enfrentan vicisitudes propias de la recomposición económica en el mundo. La palabra impresa es el preámbulo inspirador de guiones revisores de la historia reciente para su adecuación al proyecto actual del cine requerido por el espectador joven, deseoso y ansioso de mejorar condiciones de vida a través de su simultáneo acceso con dominio de las herramientas que la tecnología pone a su alcance.

La pantalla grande influye premonitoriamente en la democratización de la cultura que ya no es revolucionaria, cabaretera o familiar; los esquemas de valor han cambiado y el enfrentamiento generacional es un hecho sobre el cual tiene mucho qué hacer el cine. Sobre todo el mexicano.

Las costosas superproducciones pueden y deben coexistir con las simples de la calle, donde siempre hay narraciones auténticas con el mensaje destacable, impresor del tema asimilable por el público y sobre todo acorde a las condiciones que ofrece el reajuste social.

Dios nos guarde de la discordia.

Comentarios: sicpm@informador.com.mx
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